Finalmente no hubo un superdomingo electoral, pero la sucesión de hasta cuatro consultas electorales en un par de domingos, y en apenas un mes, nos ha dejado un titular incuestionable: El PSPV-PSOE ha sido el gran triunfador en todas ellas. No hubo superdomingo, pero sí ha sido una gran supervictoria.

Los socialistas hemos recibido una enorme responsabilidad a la que sabremos hacer frente: los españoles han querido que gobernemos en España, en la Comunitat, en la Diputación de Castellón y en la mayoría de los municipios de esta provincia. También en mi pueblo, Cervera, donde volveré a ser alcalde con el apoyo de unos vecinos a los que agradezco su confianza.

Estos días hemos leído muchas interpretaciones de lo acontecido en las urnas. Todas respetables, por supuesto. Aporto una más: las elecciones autonómicas y municipales no han servido para poder calibrar las cualidades de Isabel Bonig como hipotética jefa del Consell. Pero sí han servido para descubrir que la lideresa conservadora tampoco está llamada a la predicción y el pronóstico.

Recuerden. En el inicio de la campaña autonómica aventuró en un mitin en Alicante que la «reconquista» había empezado en Andalucía y que la valenciana sería «la segunda comunidad en cambiar». Nada más lejos de la realidad. Los hechos, en este caso los votos, dijeron todo lo contrario: refuerzo del apoyo al president Ximo Puig y batacazo histórico del PP en Castellón, con el peor resultado en esas elecciones desde 1979. Visión de futuro.

Después, tras consolarse por el éxito de seguir siendo el partido más votado de la derecha, Bonig aseguró que habían tomado nota y nos emplazó a la próxima campaña municipal. Y ya saben como fue la cosa: pérdida de la Diputación de Castellón, tras 24 años de gobierno, y descalabro en la ciudad de Castelló, donde el PP dejó de ser el partido más votado en detrimento del PSPV de la alcaldesa Amparo Marco.

INQUEBRANTABLE al desaliento, hace unos días leíamos en estas mismas páginas que Bonig habla ahora de que han puesto «la primera piedra de la remontada». Pues eso, que como señaló Groucho Marx, los populares valencianos parecen dispuestos a cabalgar «de victoria en victoria... hasta la derrota final». Aunque en el PPCV conjugan esa frase con un mensaje bien distinto y están convencidos de seguir de «derrota en derrota… hasta la victoria final». Siempre es mejor así, con el optimismo por bandera.

Mientras, los socialistas nos disponemos a hacer aquello para lo que hemos sido mandatados en las urnas. Los resultados de las elecciones autonómicas y municipales sitúan a este partido en el centro de todos los posibles pactos de gobierno en el Consell, en la Diputación Provincial y en la mayoría de municipios de la provincia, al margen de los que se gobernarán con mayorías absolutas. La responsabilidad es máxima. La disposición, la mejor.

Afrontamos el reto sin triunfalismos, pero con la seguridad que significa el aval que los electores han dado a las políticas desarrolladas en estos últimos cuatro años desde el Consell y en los principales ayuntamientos de la provincia.

Los ciudadanos de las comarcas de Castellón han sabido reconocer esa acción de gobierno con su masivo apoyo al PSPV. Han confiado en la propuesta de regeneración ética, de justicia social, de igualdad de oportunidades, de progreso para toda la sociedad, etc., que representa el PSOE.

Un partido con 140 años de historia que hoy, como ayer, se muestra como el principal muro de contención al auge de la extrema derecha. Cuando Bonig habla de la «reconquista» iniciada en Andalucía no emplea un eufemismo. El PP, aquí como allí, no tiene ningún reparo en abrir las puertas de las instituciones a los intolerantes y a los fanáticos para conservar el poder. En eso tampoco pasan la prueba del algodón de sus homólogos europeos.

*Militante del PSPV-PSOE. Alcalde de

Cervera del Maestre