Hay medicamentos, como Trankimazin, Maxalt y Tromalyt que presentan problemas de suministro en las farmacias. Son algunos de los 160 fármacos que, por diversas circunstancias, no llegan al paciente que los necesita con la regularidad que sería deseable. También están en esta situación, en algunos momentos o en algunos puntos de venta, algunos tan de uso cotidiano como el Ibuprofeno o el Paracetamol. El problema no es solo español: en un mercado global, la comercialización está sujeta a fluctuaciones de la producción, a veces concentrada en un solo país, y de los mercados internacionales.

En España, el hecho que haya medicamentos tasados por Sanidad a un bajo coste beneficia a los ciudadanos y a las arcas públicas. El 1 de enero de este año, por ejemplo, más de 1.200 medicamentos bajaron de precio, según la Orden de Precios de Referencia. Pero tal cosa tiene como efecto secundario que las multinacionales prioricen otros mercados más lucrativos cuando la oferta global es menor que la demanda. Es verdad, como aseguran los farmacéuticos, que en la gran mayoría de casos encuentran alternativas, por lo que no hay un problema acuciante de desabastecimiento. Pero a menudo estas tienen un coste para el paciente o los profesionales, bien porque el plan B es más caro, bien porque deben recetarse otros preparados, con lo que conlleva de molestias y sobrecarga del sistema. Ante este problema estructural, todos los actores implicados deberían contribuir a que no sea elciudadano quien arrostre esas molestias.