El requisito lingüístico no es nuevo, fue en el 2013 cuando la exconsellera de Educación, María José Catalá, abrió una caja de pandora que expulsó a centenares de docentes con más de 30 años de experiencia del sistema educativo por la exigencia de una capacitación lingüística. Como diría Piqué: «María José, contigo empezó todo». Otra vez el PP poniendo la alfombra roja al nacionalismo y a la imposición en la Comunitat Valenciana. Esa semillita que sembraron, la está recogiendo y retorciendo ahora el Botànic con la nueva Ley de la Función Pública Valenciana.

Y es que pese a ser un matrimonio desavenido, el PSC ha vuelto a sucumbir a los encantos del señor Marzà. Como ya pasó con la inmersión lingüística a la catalana que han querido colarnos a los valencianos. Esta ley discrimina y excluye al entender que únicamente es buen profesional aquel capaz de comunicarse en valenciano. En la Comunitat Valenciana estamos a un paso del caciquismo de las Islas Baleares, donde los médicos tienen que marcharse porque es más importante saber hablar catalán que saber cómo utilizar el bisturí.

Señores, ¿dónde ha quedado la sensatez? ¿Dónde ha quedado la igualdad de oportunidades sobre la que tanto predican aquellos que se hacen llamar progresistas? Las lenguas deben ser un mérito, un puente para comunicarnos, pero nunca una barrera. De lo contrario, estamos expulsando el talento y violando las leyes europeas que velan por el respeto a la libre circulación de los trabajadores en el Espacio Económico Europeo.

En Cs ya les avanzo que no permitiremos el requisito de la exclusión.

*Portavoz provincial de Cs y diputada autonómica por Castellón