Son las 6.30 horas y Marcos espera en la estación, o mejor dicho en el apeadero de Benicàssim, la llegada de su tren con destino a Valencia Norte. El primer tren del día y cuyo trayecto dura 1.15 horas. Sin embargo, inesperadamente éste se cancela sin más explicaciones y se ve obligado a buscarse rápidamente otra alternativa si no quiere llegar tarde al trabajo.

Marcos podría ser también cualquier turista o estudiante que ve cómo su día a día está condicionado por la línea de Lejanías que circula de Castellón a València. Una línea que es indigna para los tiempos que corren y que no es propia de un país que se dice avanzado como el nuestro.

Falta personal, falta renovar infraestructuras y falta sobre todo y ante todo voluntad política. Porque no estamos hablando de algo pasajero o puntual, estamos hablando de un problema que se ha convertido, desgraciadamente, en crónico. Como si del Día de la Marmota se tratase, año tras año, incluso varias veces, debatimos sobre la misma cuestión en las diferentes administraciones. Siempre, o casi siempre, con acuerdo unánime. La última ocasión en la Diputación Provincial de Castellón.

Ahora, falta lo más importante que el Gobierno de Sánchez traduzca estos acuerdos en medidas. Dicho de otra manera, las palabras en hechos. No obstante, por el momento, las promesas del Ministro valenciano de Transportes, José Luis Ábalos, no han convencido a los usuarios afectados. Y no me extraña que no se fíen, cuando estamos hablando de un señor que aún sigue dando versiones sobre el recibimiento a una representante de la narcodictadura venezolana.

En cualquier caso, la realidad es que los castellonenses no quieren más parches, ni debates estériles entre partidos, quieren soluciones y cuanto antes, mejor. No hay derecho a que tengan que aguantar que ir a Valencia les cueste como máximo 1.28 horas y como mínimo 1.02 horas, si, con suerte, se trata de un CIVIS. Es decir, un tren que no para en todas las estaciones y que hasta antes de la llegada del pseudoAVE apenas duraba 50 minutos con bastantes más frecuencias al día.

Esta mayor tardanza en el recorrido nos demuestra que en lugar de avanzar, vamos hacia atrás, como los cangrejos. La sensibilidad con esta línea por parte de los diferentes Gobiernos del Estado ha sido nula en los últimos años. Si ya estaba deteriorada y necesitaba de una modernización, la llegada de la falsa Alta Velocidad, la acabó de condenar.

Por todo ello, si de verdad queremos vertebrar el territorio, seguir impulsando nuestro turismo, apostar por la repoblación y fomentar la movilidad sostenible para respetar el medio ambiente y luchar contra el cambio climático, empecemos la casa por los cimientos y no por el tejado. Empecemos por volver a convertir los Lejanías en Cercanías para que este transporte sea una prioridad y nunca más una opción.

*Portavoz de Cs en la Diputación y en Benicàssim