Me resulta tremendamente curiosa la habilidad que tiene la izquierda para vender como logros los que no lo son. Al final siempre llego a la misma conclusión: se acaban creyendo sus propias mentiras. Sin ir más lejos esta misma semana escuchaba una entrevista radiofónica a Zapatero y de verdad les digo que, si en ese momento me pinchan, no me sacan sangre: que la crisis del 2007 no la provoca él, que Venezuela no es una dictadura, que Delcy Rodríguez es un ejemplo de eficacia y persona dialogante, que lo que dice le OMS hay que cogerlo con pinzas porque a veces se equivocan como en el caso de la gripe A. De verdad, eran un cúmulo de destarifos a cada cual más grande, ¡y todos ellos falsos! Me pareció un insulto a los españoles que este señor esté intentando reescribir la historia contando las cosas de forma totalmente diferente a como ocurrieron.

Fue un insulto a nuestra memoria, a la verdad y un menosprecio al sufrimiento de todas aquellas personas que padecieron las consecuencias de tener a un presidente nefasto. No digo que pidiera perdón, que debería, pero por lo menos considero que no debió insultar nuestra inteligencia. Y pongo este ejemplo porque me di cuenta de que esa misma estrategia, del relato alternativo, es la que está utilizando el Gobierno de Pedro Sánchez.

No escucharán a este presidente del Gobierno hablar de que negaron evidencias de contagio, decir que autorizaron las manifestaciones del 8 de marzo sabiendo el foco de contagio que suponían. No veremos a ningún miembro del Gobierno reconociendo que falló estrepitosamente la creación del mando único (al final cada comunidad autónoma ha acabado haciendo lo que ha considerado en todos los ámbitos, hasta en el educativo), que fracasaron con la compra de materiales de protección, que fracasaron con la realización de tests (incluso a pacientes con síntomas).

No verán sus ojos a ningún ministro explicando por qué desaconsejaron el uso de mascarillas, por qué antepusieron la ideología al bienestar de los españoles despreciando a los hospitales privados, o por qué aprovecharon el estado de alarma para meter a amiguitos, colar a Pablo Iglesias en el CNI o atacar a la monarquía. No saldrá el señor Illa reconociendo que solo ha acertado cuando ha rectificado y que los cambios de criterio han sido la tónica general confundiendo a la sociedad. No reconocerá nadie de la izquierda que han hecho de la mentira su forma habitual de proceder en las ruedas de prensa y en el Parlamento llegando incluso al extremo de falsificar las cifras de muertos y degradando la clase política de una forma inimaginable. No son conscientes del deterioro que está lamentable gestión de la pandemia ha hecho en nuestra democracia porque Pedro Sánchez y sus socios de gobierno han pisoteado todos los valores en los que se sustenta: honestidad, solidaridad, responsabilidad, pluralismo, libertad…

¡Cuántos daños ha ocasionado esta desastrosa gestión! Pero con el caos van a intentar que se borre de nuestras mentes, de hecho, ya trabajan en la construcción de un relato alternativo; el que quieren que la gente recordemos, un relato en el que se diga que han sido unos grandes gestores. No sé ustedes, pero yo me niego y contribuiré a que la realidad, la verdad de lo que ha pasado, la tengamos todos muy presente. Considero que es lo mínimo que podemos hacer por recordar y respetar la memoria de las víctimas. Contar los hechos tal y como sucedieron y trabajar para que se asuman las responsabilidades penales, administrativas y políticas que se tengan que asumir. Además, no tiene mucho sentido huir de la verdad porque siempre se acaba tropezando con ella.

*Diputada del PP en les Corts