Los valencianos hemos pagado en los últimos cinco años 3.300 millones de euros más en impuestos. Desde que gobierna Puig cada valenciano hoy paga 631 euros más. Este aumento sin embargo no ha repercutido en una mejor calidad de vida, nuevas infraestructuras, más servicios sociales o en una sanidad pública que se deteriora cada día más sin que Puig haga nada. No, ha ido directamente a pagar los nuevos chiringuitos públicos que Puig ha montado con el dinero de todos para colocar a sus amigos y afines. La estructura política del Consell se ha incrementado un 40%: hoy hay 99 altos cargos y asesores más que en los presupuestos de 2016 (53 altos cargos y 47 eventuales). Con el número de altos cargos nuevos que ha creado Puig se podría crear otro gobierno.

Ni siquiera la actual situación de crisis ni el desplome de nuestra economía por la pandemia han condicionado al president en sus ansias expansivas para sus prebendas. Los presupuestos para 2021 prevén un aumento de impuestos hasta los 314 millones de euros más y, mientras muchos comercios se ven obligados a bajar la persiana definitivamente, se crean seis chiringuitos más: la Agencia de Seguridad Ferroviaria, Centro de Ocupación IVAS, Agencia Valenciana de Protección del Territorio, el Consell de l’Horta, la Agencia valenciana de la Energía y el Instituto Valenciano de Estadística. Además, todos los miembros del Consell cobran ahora un 5,3% más que cuando llegaron a la Generalitat y el próximo ejercicio se lo vuelven a subir.

Con la que está cayendo, mientras en toda Europa bajan los impuestos, a los gobernantes de izquierdas no se les ocurre otra que subirlos todavía más en 2021 y ahora pretenden obligar también a hacerlo a aquellas autonomías que los tienen más bajos. En tiempos de crisis y de baja actividad, una subida de impuestos es contraproducente porque penaliza el ahorro, la capacidad de consumo y de retorno a la economía; fomenta la economía sumergida al no poder asumir los costes fiscales y provoca una deslocalización hacia territorios más favorables en virtud de las legítimas aspiraciones individuales y la libertad de movimiento y empresa. En Andalucía lo han hecho: en el último año se han recaudado 550 millones de euros más y cuentan con 126.000 contribuyentes más. En Madrid se han recaudado 157 millones más. Bajando impuestos, y gestionando bien, se recauda más. Sánchez y Puig, con su demostrada madrileñofobia, quieren subirnos a todos los impuestos por ley, pero no hablan de gasto, de gestión y de utilizar fórmulas más eficientes.

Por si fuera poco, su voracidad fiscal les lleva a aumentar en 2021 las cuotas de los autónomos e incrementar el IBI y el IAE en muchos municipios, pese a que los establecimientos están cerrados.

El dinero de los valencianos debe ir para los servicios de los valencianos y no para los privilegios de Puig y el Botànic. El infierno fiscal en que Puig está convirtiendo a la Comunitat Valenciana solo lleva a la ruina a miles de personas y a la destrucción de la economía. Lo peor que se puede hacer en es lo peor que se puede hacer en plena crisis. H

*Presidenta PPCV