Existe algún aparato de precisión para medir el dolor emocional? ¿Se conoce algún tipo de instrumento capaz de regular el tiempo de duelo? ¿Qué es más reconfortante, el minuto de silencio o los días de luto con bandera a media asta?

Los medios de comunicación de masas nos brindan una importante base pedagógica para los legos en la despedida.

Un futbolista famoso goza de un minuto de silencio en los campos de fútbol y, dependiendo de su popularidad, varios días de luto nacional. Una princesa, de cortejo fúnebre por las calles de su principado. Un líder musical, de una reposición de grandes éxitos y multitud de fotos, flores y poemas en la verja de su casa.

Lo que no dicen los medios de comunicación es el tiempo de duelo, de despedida, de los suicidas (porque ni siquiera lo citan). Personas que en su día, por culpa del clero más primitivo, ni siquiera tenían derecho a ser enterrados en campo santo.

Su círculo afectivo también necesita su parcela de soledad y silencio. Sus momentos íntimos para hacer las paces con el difunto, que además de esquela, tendrá como propina una nota en la columna de sucesos del periódico local.

Familiares que sufrirán el duelo con una mezcla de culpabilidad, miedo y vergüenza. Un estado anímico que desaparecerá cuando consideren que a su conciencia ya la han castigado suficiente, como un desesperado acto de nostalgia y reivindicación.

Cada ciento cincuenta minutos se suicida una persona en nuestro país, diez al día: los fallecidos por suicidio multiplican por dos los de accidentes de tráfico, superan en casi una docena a los homicidios y en ochenta a los de violencia machista.

El índice de suicidas maltratadas va en aumento y está claro que desean acabar con su vida antes que seguir sufriendo. El papel de la mujer también resulta singular en cuanto a su presencia en los medios se refiere: si es famosa sale en una revista del corazón, si es importante en los sellos y si, por desgracia, es maltratada, en las esquelas.

Resulta extraño tener que hablar de humanización en salud mental cuando precisamente el objetivo de la citada disciplina es el ser humano que sufre. Nada más humano que el sufrimiento y nada más humano también que paliarlo. H

*AFDEM