Termina 2020. Un año que no entraba en nuestros planes. Un año que bien podría ser una mini serie de Netflix, HBO o cualquier otra plataforma. También ¿por qué no? Una película digna de un Goya o de un Óscar, porque esta vez sí que la realidad supera a la ficción.

Pensando en cómo enfocar este artículo, me vinieron a la cabeza muchos adjetivos y sustantivos que definen este año y que me gustaría compartir con los lectores que me han acompañado estos 12 meses .

El primero que me viene a la cabeza es ilusión. Así es como empecé el 2020, Ilusión por empezar un nuevo año, con nuevos propósitos, experiencias, errores y ganas de aprender. Como responsable pública mi deseo era contribuir a hacer la provincia y mi ciudad, Benicàssim, mejor. Que los vecinos percibiesen desde sus casas que nuestra labor tiene como único objetivo su bienestar, conseguirlo y así poder devolver a los castellonenses la afección por la política.

Este sentimiento, pronto se esfumó. Porque a principios de año empezamos a escuchar cómo desde Oriente se expandía un virus desconocido. Pero claro, estaba en China, pensábamos que nunca llegaría a Europa y menos a España. Imposible. Estas cosas aquí no pasan. Soberbia y desinterés. Cuántos debates, tertulias e incluso artículos, en los que me incluyo, para decir que ‘no había de que preocuparse’, que ‘era solo una gripe’.

Y llegó marzo. En Italia hacían frente como podían a un virus descontrolado y que ya tenía nombre y apellidos: covid-19. Pero aquí seguía sin pasar absolutamente nada. Las medidas de precaución y prevención brillaban por su ausencia. Hasta que de repente, ¡BOOM! De la noche a la mañana los casos salieron de bajo de la tierra y España se convertía en un foco activo y descontrolado. Incertidumbre, surrealismo y confusión. Nadie entendía nada. ¿Cómo había podido pasar? Algunos ya entonaban el típico ‘te lo dije’ pero la realidad es que ya no había vuelta atrás.

Empezó entonces el confinamiento. El miedo se apoderó de la libertad, esa que todavía no hemos recuperado. Tuvimos que aprender a vivir con ansiedad, estrés, teletrabajo o la no conciliación pero también aprendimos a ser más solidarios y creativos. Días sin duda muy duros, que nos marcarán el resto de nuestras vidas.

Tras estos meses encerrados entre cuatro paredes, nos dijeron que ya podíamos empezar a salir ordenadamente. Y en un año en el que se han acuñado muchos términos nuevos, sumábamos un par más, mientras nos adentrábamos en la desescalada hacia una nueva normalidad.

Con mascarilla, distancia social y gel encarábamos los primeros rayos de sol de un verano raro, pero con ganas de volver a vivir con los nuestros.

¿Qué pasó después? Lo previsible: la segunda ola había llegado y esta vez ya no era algo inesperado. El desconcierto en el inicio de curso, el cansancio de tantos meses de lucha sin premio, las mentiras, la indignación, la escalada de tensión, la tristeza, pero también la esperanza con la vacuna y algunos tenemos la satisfacción de haber sido útiles. Aunque los castellonenses y españoles lo último que necesitan hoy son batallas políticas ya que todos debemos luchar contra el mismo enemigo, el covid-19.

Así que para el 2021, mucha salud y prosperidad. H

*Portavoz de Ciudadanos en la Diputación y teniente alcaldesa de Benicàssim