Querido/a lector/a, una vez leí un artículo de Almudena Grandes en el que decía que, cuando ella estudiaba, un profesor les comentó que la frase «España es diferente» la dijo Napoleón para justificar la derrota de Bailén. No lo sé. Pero lo que sí esta claro es que en los años 60 del pasado siglo, el Fraga Ministro de Turismo utilizó la misma frase, la de « Spain is different », para enmascarar otra derrota y transformar un defecto en una virtud. Quería turistas y optó por intentar tranquilizarles, por advertirles de que si no había democracia no pasaba nada porque aquí no hacia falta, lo importante era el sol, la playa y la fiesta permanente. Valores que vendía como los típicos de España. En todo caso, la realidad denunciaba que España era dos veces diferente: respecto del exterior no teníamos la democracia política que tenían otros y, en el interior, el régimen nunca consideró iguales a todos los españoles y perseguía a quienes exigían libertades.

La putada es que pasada la transición. España ha vuelto a lo de siempre, a ser diferente. En contra de lo que pasa en otros países de la UE, y por citar algún ejemplo contemporáneo, diré que ahora y aquí es imposible un diálogo entre Gobierno y oposición que permita pactar cosas tan necesarias como la reforma de la Constitución, el gobierno del Poder Judicial, el Tribunal Constitucional, las medidas contra la pandemia... Seguimos siendo un país que no valora la importancia del diálogo ni el poder del ponerse de acuerdo. Nos gusta escenificar el antagonismo a pesar de que a veces divide, es poco productivo o retrasa las decisiones. Aunque, según los clásicos, esta actitud no es casual, señala que aún hay fuerzas que están más interesadas en marcar las diferencias que les ayuden a conseguir el poder que en la inmediata defensa del bien común. Posiblemente los clásicos hablaban de la derecha. H

*Analista político