Alguien recuerda a la cigarra y la hormiga? Sí, aquella fábula en la que mientras hacía buen tiempo, una se dedicaba a cantar y a bailar, y la otra a aprovisionarse para el momento en que el tiempo fuera malo y lo pudieran necesitar. Aquella hormiga era muy insolidaria y, cuando el mal tiempo llegó, la cigarra tocó a su puerta a buscar algo de grano para pasar el invierno. La fábula de Esopo acababa diciéndole a la cigarra: «Hola, ¿conque cantabas cuando yo andaba al remo? Pues ahora que yo como, baila, pese a tu cuerpo».

Pues el mal tiempo ha llegado. Se llama Filomena y nos ha dejado, aparte de hermosas estampas de nieve inusuales (aunque cada año sean más frecuentes), un reguero de inconveniencias, pérdidas cuantiosas, molestias y dificultades para los vecinos y vecinas de las poblaciones más afectadas, agravado más si cabe por los delicados momentos de exigencia que impone la covid-19, y que establece unas nuevas maneras de actuación en estas difíciles circunstancias.

Y en ese contexto, quiero poner de relevancia el carácter previsor, prudente y trabajador de los alcaldes y alcaldesas de nuestras comarcas que, con el Gloria en su más reciente memoria, cuando Aemet envió los primeros avisos de emergencia y de precipitaciones, hicieron su trabajo como toca. Avisaron a sus ciudadanos y ciudadanas, prepararon las máquinas, previeron la suspensión de las clases, activaron a los trabajadores y trabajadoras locales, a los servicios de emergencias, y se coordinaron a la perfección con el resto de administraciones para que los inconvenientes, que era evidente que iba a haberlos, fueran lo más llevaderos posibles con la que estaba cayendo.

La gente de los pueblos de interior llevamos sufriendo temporales y resistiéndolos desde tiempo inmemorial. Y es cierto que hemos tenido problemas. Es cierto que las clases se han suspendido. Es cierto que los trabajadores y trabajadoras no pudieron acudir a sus puestos con normalidad. Es cierto que las carreteras se cortaron y que hubo lugares que han estado varios días sin poder acceder en vehículo. Igual que desde los ayuntamientos se ha realizado un trabajo ingente para la limpieza de calles, la distribución de sal, la atención de las personas que no podían salir de sus casas. Es cierto que los bomberos del Consorcio de la Diputación han realizado las labores que no están escritas para que, de norte a sur de la provincia, toda población que presentaba dificultades fuera atendida para limpiar sus accesos, lo mismo que la nueva Unidad de Emergencias de la Generalitat Valenciana y, como no, poner en valor los trabajos de la UME, aquella unidad militar de emergencias que ideó Zapatero hace unos años con la oposición de los de siempre, y que se está descubriendo como uno de los mejores y útiles cuerpos de todo el ejército, por la gran utilidad social de sus actuaciones, y más en estos días.

Mientras, otros personajes como Martínez Almeida se tomaron el tema desde el madrileñismo más castizo y prefirieron hacer como que bailaban, para darse cuenta después que la cigarra no había sido previsora y que, por muy capital que fuera, no puede confiarlo todo a lo que le haga el resto de administraciones. Trataron de bailar y, evidentemente, Filomena no es nombre de tango.

Menos mal que la hormiga ya no es la insolidaria de Esopo y que el señor alcalde tiene donde acudir y poder obtener ayuda ante su imprevisión y mala gestión, porque las demás administraciones han respondido y han sido trabajadoras y solidarias con las madrileñas y madrileños que no se merecen a aquellos que les gobiernan. Mientras, aquí, nosotros nos quitamos el sombrero ante la previsión, trabajo y buen hacer, de nuestros alcaldes y alcaldesas. H

*Diputado autonómico y secretario general del PSPV-PSOE de la provincia de Castelló