Benilde y Francisca se vacunaron del covid-19 el 28 de diciembre en dos residencias públicas de Borriana y Almassora, respectivamente. Fueron las primeras personas que lo hacían en la provincia de Castellón. Esa inyección simbolizaba el principio del fin, y una nueva esperanza para todas y todos.

La comunidad científica mundial ha hecho un esfuerzo, incomparable con ninguno otro anterior, para conseguir una vacuna segura y eficaz y, gracias al cual, una parte sustancial de la población podrá estar vacunada a lo largo del primer semestre de 2021. Ahí es donde tenemos que llegar. Nuestro esperanzador horizonte abraza ese momento.

Pero quedan seis meses para llegar a ese objetivo y nos encontramos en un momento duro --muy duro-- de la pandemia y no podemos hacer como si no pasara nada. No podemos actuar como si esto no fuera con nosotros. Como sociedad, tenemos una gran responsabilidad.

Desde los gobiernos --central, autonómicos y también los ayuntamientos-- se está haciendo un esfuerzo titánico por gestionar, de la mejor manera posible y con suma responsabilidad, una situación para la que nadie estaba preparado. Y desde el partido socialista, --donde gobierna y también donde es oposición--, se está haciendo con sensatez, y el máximo compromiso con que las personas son lo primero. Las personas y su bienestar son nuestra razón de ser. Ahora y siempre.

También tenemos a una gran mayoría de la sociedad cumpliendo escrupulosamente con las medidas de prevención tomadas acordes a la evolución de la pandemia y siguiendo las directrices científicas. Una gran parte de la sociedad que, irremediablemente, ha cambiado su manera de vivir, de relacionarse con su gente. Seguramente, han dejado de ser ellas y ellos mismos, conscientes de que haciendo ese gran esfuerzo, están contribuyendo a salvar vidas. Porque se trata de eso, de salvar vidas.

También es esa inmensa mayoría la que no ha dejado de pensar en los y las profesionales de la sanidad que siguen dándolo todo por nosotros cada día. Hemos entendido más que nunca la importancia que tiene el personal médico en nuestras vidas. Es imposible olvidar a los sanitarios y las sanitarias que todavía no han podido descansar de este periplo vírico, que nunca nos han fallado, y que sabemos que nunca nos van a fallar. Su esfuerzo titánico debe ser recompensado.

En marzo del 2020 pudimos comprobar la fragilidad del ser humano y fuimos conscientes de que todo se puede desmoronar de la noche a la mañana. Han pasado 10 meses y el cansancio hace mella, es una realidad que no podemos obviar. Pero ahora, a las puertas de ese esperanzador horizonte, es el momento de sacar las últimas fuerzas que nos quedan. Es el momento de la solidaridad, de la empatía, de pensar en los más vulnerables, en los trabajadores y trabajadoras, en los y las sanitarias, en el pequeño comercio que ha tenido que cerrar, seguramente, a pesar de haber cumplido con todas las directrices de esta nueva normalidad.

Porque a diferencia de aquel mes de marzo terrible, en el que la palabra pandemia llenó todas nuestras conversaciones y miedos, y gracias a la ciencia y la investigación, hoy, al igual que Benilde y que Francisca --y que otros miles de castellonenses que aumentan cada día-- tenemos más armas para combatir este maldito virus. Tenemos las armas, tenemos un fuerte escudo social para proteger a los más desfavorecidos, tenemos un plan firme para ayudar a los sectores afectados por la pandemia y tenemos la vacuna. Lo tenemos. H

*Secretario general del PSPV-PSOE de la provincia de Castelló y diputado autonómico