Fueron grandes científicas, pero sus nombres no aparecen en los libros de historia porque los méritos que demostraron en sus áreas se los atribuyeron a sus parejas o a sus compañeros de investigación.

#nomoreMatildas es una campaña lanzada por la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnológicas para denunciar lo que se conoce como el Efecto Matilda , en honor a Matilda Joslyng Gage , la primera activista que denunció la injusticia que supone que la historia haya ignorado los descubrimientos que realizaron brillantes investigadoras.

Recientemente, el diccionario de la Academia Valenciana de la Llengua ha incorporado el término Criptogínia para definir este fenómeno de las mujeres silenciadas en la historia.

De lo que no se habla no existe. Esa es la realidad desde hace siglos y por eso la criptogínia se define como la «ocultació dels referents femenins» (ocultación de los referentes femeninos). El vocablo fue creado y presentado hace casi un año por los profesores de la Universitat de València Begonya Pozo y Carles Padilla . Del griego, de crypto (ocultar) y gyné (mujer) la palabra se refiere a una de las conductas patriarcales más habituales que durante siglos ha utilizado un sistema cultural androcéntrico y que consiste en esconder, omitir o incluso borrar el talento de las mujeres en las artes, las ciencias, la cultura y otros muchos ámbitos.

El gran avance que se ha producido en España desde que hay democracia ha permitido a las mujeres ocupar espacios públicos en todos los ámbitos. Eso ha contribuido a realizar las transformaciones necesarias en nuestras sociedades, pero no es suficiente, porque esconder las aportaciones que realizan las mujeres en cualquier aspecto comporta un fenómeno peligroso: la falta de reconocimiento y el olvido.

Si ocultamos una realidad, si no explicamos lo que sucedió y no citamos la contribución de estas mujeres, estamos contribuyendo a que se extienda la idea de que no existieron. «Lo que no está en los autos, no está en el mundo», asegura un conocido aforismo jurídico. «Lo que no está en los medios no existe», se enseña a los periodistas.

No reconocer la valía intelectual de las mujeres supone relegarlas a ámbitos en los que su presencia no resulta imprescindible ni visible, esto es, al espacio privado del hogar y de los cuidados, en lugar de que ocupen el espacio público de la producción, el mundo profesional y las relaciones de poder. La historia de las civilizaciones nos demuestra que la necesidad de romper las barreras entre lo público y lo privado ha sido una de las conquistas fundamentales del siglo XX por las que luchó el feminismo para garantizar la igualdad de las mujeres y su visibilidad en la sociedad.

El diccionario académico y lexicográfico de cualquier lengua es la obra de referencia de una sociedad en la que aparecen por orden alfabético aquellas voces que han recibido la autorización de la institución encargada de ello como sucede, por ejemplo, con la Real Academia Española de la lengua (RAE). Pero ésta, fiel a su lema de «limpia, fija y da esplendor», sigue ignorando la importancia de analizar la visión patriarcal que representa el lenguaje. De tal modo que resulta urgente detectar las lagunas léxicas y las ausencias temáticas que contiene el diccionario de la RAE para adaptarlo a la realidad social.

Es urgente que la RAE reaccione ante los rasgos de desigualdad de género, con los que el lenguaje utiliza palabras de significado peyorativo para aludir a las mujeres, y ante la necesidad de acuñar nuevos términos que reflejen la existencia de una sociedad paritaria y nombren a las mujeres en la medida que desempeñan profesiones diversas y participan de actividades reservadas a los hombres hasta hace poco. H

*Diputada PSOE por Castellón, portavoz adjunta GPS y secretaria ejecutiva contra la Violencia de Género