Una política que prescinde de la ética es siempre una mala política. Esta afirmación de la filósofa y catedrática de Ética de la Universitat de València, Adela Cortina , refleja el momento que atravesamos en cuanto a actitudes, declaraciones, encuentros y desencuentros de quienes se dedican a la actividad política y a la gestión pública. El ruido, además, se hace insoportable cuando observas la gran difusión de bulos e informaciones falsas que se engullen a diario en el universo de las redes sociales. Desde ese ruido se busca inocular grandes dosis de manipulación, mentiras y confusión, dirigidas a la ciudadanía. Ninguna democracia se puede permitir conductas irresponsables y deshonestas entre quienes son representantes políticos de la sociedad.

Vivimos tiempos difíciles. Hace un año que estamos sufriendo una pandemia desconocida, una situación de crisis sin precedentes. Todas las administraciones públicas se están esforzando y dedicando de lleno a combatir las consecuencias del covid-19, a dar respuestas, ayudas y soluciones a los sectores afectados. Todos estamos concentrados en recuperar una normalidad que nos devuelva la estabilidad. Pero no todos los partidos políticos entienden esta situación y algunos parecen dedicarse a obtener el máximo rédito de la pandemia. Lo hemos visto, entre otros ejemplos, en la campaña electoral de Cataluña con un increíble acoso al candidato del PSC, Salvador Illa , exministro de Sanidad. Sobre él ha caído la presión del resto de candidatos y parte de la opinión pública, a pesar de que el Ministerio ha certificado su no vacunación. Promover y divulgar noticias falsas es una de las faltas de ética más graves de nuestro sistema.

Son momentos para la sensibilidad, la empatía y la comprensión, para la cogobernanza, el diálogo y los acuerdos. Y así se está desarrollando desde el Gobierno central, la Generalitat, diputaciones y ayuntamientos. Se trata de aunar gestión y esfuerzos para frenar la pandemia y para paliar sus consecuencias. Se está demostrando que las medidas adoptadas para combatirla han disminuido los contagios. Pero frente a estas políticas responsables nos topamos con el muro de otras formas de hacer política desde la confrontación y la manipulación.

Las decisiones son duras pero necesarias. Estamos atravesando la tercera ola y hay que conseguir que los niveles de contagio sigan bajando y que la presión asistencial en centros de salud y hospitales se reduzca. Comprendemos y compartimos la preocupación de sectores afectados como es la hostelería. Desde el Ayuntamiento de Castelló hemos concentrado nuestra gestión, desde el primer momento, en el apoyo y ayudas a los colectivos económicos y sociales que más están sufriendo la crisis sanitaria. Estamos poniendo todos los recursos necesarios para llevar adelante las ayudas y seguir dando respuesta a empresas y trabajadores, como hasta ahora.

Sobre el momento que vivimos, comparto otra reflexión de Adela Cortina: las democracias funcionan mejor allí donde se refuerzan con códigos de conducta que la comunidad asume. Por eso es letal atizar la polarización e instrumentalizar la pandemia para destruir adversarios. H

*Alcaldesa de Castelló