El tiempo corre a favor de la vida. La vida en sí misma que es la mayor causa que podemos abanderar. La vida y todo aquello que le da sentido a la misma. Empezando por la libertad, el trabajo, la economía, los viajes, la felicidad como la conocíamos, los anhelos de la gente… El tiempo en forma de vacuna y de ciencia. Cada día que pasa más personas quedarán protegidas de este ángel exterminador que lleva un larguísimo año cosechando dolor.

Escuchamos constantemente el establecimiento de planes de vacunación, compra de provisiones, compromisos contractuales, calendarios de suministro, acuerdos en el marco de la Unión Europea. Sin duda un trabajo excepcional de los responsables ubicados al frente de las tomas de decisiones. Pero, alzando un poco la mirada de nuestro ombligo, ¿y si fuera posible correr más, acordar más, abrirnos a más oportunidades, salvar más vidas superando ritmos, plazos, transacciones, eurocentrismos y moldes establecidos?

Hasta no hace tanto circulaban bromas subestimando las vacunas rusas, chinas y de todos aquellos que, desde nuestros prejuicios occidentales, consideramos inferiores. Sospecho que ya no pensamos lo mismo (qué atrevida es la ignorancia). La lógica del mercado también nos ha vuelto a golpear haciendo saltar los cuatro dientes que nos quedaban sanos. Nuestro país, cuna de talento desperdigado por todo el mundo, investiga a paso ligero, cuando hoy la cruel realidad toca a rebato.

Sin duda alcanzaremos ese punto de inflexión en el que el conocimiento se torna respuesta y solución. Quedan muchas luces que encender en esta oscuridad que se cierne sobre el mundo desde aquel 31 de diciembre del 2019 en el que China le contaba al mundo que algo no iba bien.

Vacunar se ha convertido en el mayor desafío del siglo 21. Vacunar acelerando los plazos y alcanzando hasta el último confín habitado emerge como otro de retos mayúsculos del presente y del futuro.

Todos sospechamos que la del covid-19 no es la última batalla que libraremos. El futuro, que comenzó ayer o antes de ayer, nos emplaza a organizarnos mejor, anticipar mejor e invertir mejor.

Recientemente escuchaba una reflexión surgida desde la sociedad civil. Concretamente desde las filas del sector turístico. Una llamada a la movilización constructiva. Una demanda argumentada (la importancia de argumentar en tiempos de odio y sectarismos). Una propuesta bienintencionada para que los gobiernos rompan moldes. No nos podemos resignar a un cronograma establecido en un momento dado. La vida no es una foto fija. Necesitamos tensión para buscar más, adquirir más, distribuir más, correr más. Cuidémonos de los burócratas que afirmen que todo está en su sitio. Cuentan que 5 minutos antes de que estallara el mundo se escuchó a un experto afirmar que eso era «técnicamente imposible». En esa historia aún se cuentan los pedazos… Cada adelanto ahorrará dolor y pérdidas. Humanas, sociales, económicas, laborales, etc. La historia siempre la han movido los hambrientos, los que dudan, los que luchan, los que no dejan de buscar. H

*Doctor en Filosofía