Pasan y pasan los días. La lluvia incesante de anuncios del president Puig viene acompañada de un baño de realidad. Ni un solo euro ha llegado aún al bolsillo de todos aquellos hosteleros, comerciantes… que han visto restringido su noble derecho al trabajo por la pandemia.

La función máxima de las ayudas, debía ser doble. Por un lado, contribuir a paliar los daños causados a determinadas actividades económicas por el hecho de permanecer cerradas, o en su caso, abiertas con restricciones de horario. Por otro, hacerlo con prontitud, pues de lo contrario la finalidad de la ayuda llegaría tarde, y sería casi igual a su nula recepción.

Actualmente, la sociedad, por la rapidez con la que se desenvuelven los acontecimientos, consume titulares y anuncios. Sin embargo, no nos damos cuenta de las falsas expectativas que, en reiteradas ocasiones, las proclamas en forma de anuncio producen en la misma sociedad. Cuando el Consell de Puig anuncia en enero un paquete de medidas para paliar la crisis económica, que dicho de paso son nimias y escasas, todos damos por sentado que esa acción ya está hecha. Sin embargo, la tozuda realidad nos demuestra que no. Las ayudas no han llegado a sus destinatarios, pero las promesas generaron una falsa expectativa y un efecto placebo a la difícil situación que pasan miles y miles de emprendedores de la Comunitat Valenciana.

Hoy la mayoría de empresas y autónomos ha pasado, entre anuncio y anuncio, de un problema de liquidez, a un gran problema de solvencia. La desaparición de empresas y autónomos se cifra ya en miles, y los que se mantienen en pie, esperan algo más que unas simples compensaciones de unos euros. ¿Dónde esta el Gobierno de España a la hora de apoyar a quienes todos los días levantan un país? Sus únicas ayudas han venido, en una primera etapa del estado de alarma, vía prestamos ICO, que ahora deben devolverse, sin que la capacidad económica y financiera de las empresas lo hagan, en su mayoría, posible.

¿Tiene el Consell un plan estratégico de apoyo al empleo y a la actividad económica? La respuesta es no. El Consell improvisa, copia, aparenta medidas sin un rumbo fijo, sin un objetivo claro o fin determinado. Nuestra Comunitat adolece hoy de cuatro grandes problemas desde el punto económico. El desempleo, especialmente en jóvenes y mujeres, las desigualdades que cada día se acentúan más, las colas del hambre y el empobrecimiento de la sociedad, y por último, los graves problemas de solvencia empresarial. Ese coctel es letal para una sociedad moderna y, de no paliarlo inmediatamente, nos conduce de forma inexorable hacia una perdida de derechos como sociedad, y a una sociedad debilitada como conjunto de individualidades. Del nadie se quedará atrás, del mes de abril del 2020, hemos pasado a una sociedad más pobre, más débil y sin un gobierno que apoye o entienda la verdadera situación.

El president Puig maneja un presupuesto de más de 25.000 millones de euros, y no puede ofrecer, arrogándose un mérito impropio, una ayuda de 350 millones, por cuanto es sencillamente ridículo. Primero, por cuanto el dinero es de todos los valencianos, dado que, de manera especialmente gravosa, todos contribuimos con impuestos a ello. En segundo lugar, dado que esa cifra, en 100 millones, son prestamos que el Consell recuperará, y el resto supone poco más del 1% del presupuesto, que por otra parte Puig espera recuperar de fondos europeos. Por tanto, ¿Cuánto destina realmente Puig de los presupuestos de la Generalitat del 2021? La respuesta es, ni un euro. Exactamente la misma cantidad que a día de hoy han recibido los hosteleros, comerciantes, y todas aquellas actividades castigadas por la pandemia del covid-19. Muchos anuncios, y pocos euros. H

*Diputado del PP en les Corts