Estamos en la mayor emergencia sanitaria de la historia reciente, con más de 100.000 muertos y una recesión económica sin parangón, pero de lo que se habla y sale en los medios colaboradores es de las manifestaciones callejeras de cuatro gatos, con la excusa de la libertad de expresión de un delincuente que dice rapear y que tiene varias condenas pendientes.

Curioso, porque esa libertad solo es para ellos, no se puede opinar contra lo políticamente correcto pero sí enaltecer el terrorismo. El gobierno socialcomunista no les reprime aplicando la ley, como sería lógico, y alguno de sus miembros jalea e incentiva las algaradas saltándose la Ley de Partidos que permite ilegalizar a los que propician o legitiman la violencia.

Es el colmo de las paradojas, los políticos responsables del orden siembran el caos. Son los que mandan en la policía y cobran espléndidos sueldos oficiales pero se comportan como los antisistema.

Iglesias, Echenique, Ribó, Oltra , etc, etc, parecen creer que lo mejor es el caos callejero, olvidando que la democracia exige respetar las reglas elementales del estado de derecho y no usar la violencia.

Pero la realidad es que los grupos de extrema izquierda perfectamente organizados toman las calles, destruyen mobiliario urbano, contenedores, motos y lo que encuentren, rompen escaparates, queman, roban y saquean tiendas.

Tiran adoquines, botellas, artefactos incendiarios, lo que se les pone a tiro, y agreden a la policía. Esta gentuza son delincuentes que dinamitan el orden social, la convivencia y la verdadera libertad. H

*Notario y doctor en Derecho