Querido/a lector/a, en pocos días de diferencia y en esta provincia, hemos visto como la policía ha detenido a varias personas que, según la investigación, estaban participando en la realización de presuntos actos delictivos relacionados con la tramitación de papeles para inmigrantes extranjeros. Incluso, hemos visto que el primero de los casos relaciona al jefe de la Oficina de Extranjería con la compra-venta de citas para evitar el colapso y la espera en ser atendido y, el segundo, señala a un abogado que amañaba uniones de hecho o enlaces falsos para conseguir la residencia.

Noticias que muchas veces hablan de ilegalidad y siempre de inmoralidad y de dolor. Historias que, por desgracia, cuando las leo me las creo. Sé que están pasando. Y es que, después de trabajar más de dos décadas en el Centro de Información de Trabajadores Inmigrantes (CITMI) de la CSCCOO y, dicho de paso, atenderlos gratuitamente por razones humanitarias, las he visto de todas clases: inmigrantes que engañaban a sus compatriotas, empresarios que explotaban a sin papeles o les cobraban altas cantidades por facilitarles los documentos de residencia y trabajo, abogados que se forraban por tramitar solicitudes y recursos sabiendo que se iban a perder... Por cierto, no cabe la menor duda de que las causas que provocan estas circunstancias tienen que ver con la dificultad de obtener los papeles, el desconocimiento que tiene el inmigrante de la administración, el miedo del sin papeles a denunciar lo que sufre y ser expulsado, la necesidad de encontrar una vida digna... Pero, al tiempo, la actitud de los desalmados que se aprovechan de esas circunstancias denuncia que, la condición humana de algunos, está más cerca de la pillería y el egoísmo que la dignidad ante la adversidad y la solidaridad ante los desfavorecidos que reclamaba André Malraux . H

*Analista político