Querido/a lector/a, algunos de los acontecimientos que estamos vivido en la política (mociones de censura de Madrid, Murcia y Castilla-León, anticipo de elecciones en la Comunidad de Madrid, presencia de Pablo Iglesias en la lista de Podemos, negativa de Errejón a una candidatura unitaria con Podemos...) han provocado que, en ciertas bocas y medios, aparezcan comentarios que hablan de que la política se está embarrando.

La verdad es que hay que reconocer que, en España y desde hace tiempo, la política está embarrada ante los ojos de los ciudadanos. Pero, fundamentalmente, ese descontento de fondo tiene que ver con algo que repito en este rincón: que cuando se toman ciertas decisiones de corte neoliberal, la política pierde su papel emancipador, las soluciones no incorporan justicia social ni defienden a la mayoría y, en consecuencia, el ciudadano desconfía i se desarraiga. Si encima y en más de una ocasión, el intermediario, el político, se ensucia con la corrupción, la degradación es indiscutible y la política aparece como algo embarrado. Razones que expongo porque creo que en la situación actual hay algo de esto.

Digo que, en este momento, lo que vuelve a embarrar la política, no son las mociones de censura ni las elecciones de Madrid. Al fin y al cabo, te podrán gustar o no, parecer oportunas o no, pero son instrumentos totalmente legales. Pertenecen a un sistema pensado para convivir en condiciones de persistente desacuerdo. Lo que embarra la política es, una vez más, la acción de fomentar ese transfuguismo que atenta contra la representación surgida del voto, compra de diputados ofreciendo dinero o cargos para no votar la moción o cambiar de partido y, en última instancia, mantiene el barrizal como la herramienta que necesita esa vergonzosa forma de hacer política.

Analista político