Hace un año que el covid-19 forma parte de nuestras vidas. Empezamos con un estado de alarma que iba a ser de 15 días y ya llevamos más de 365 conviviendo con esta maldita pesadilla.

A puertas de la Semana Santa, esta será la segunda en la que tampoco podremos comernos la 'mona de Pasqua' como siempre. Tampoco ir a visitar a amigos o familiares de otras comunidades autónomas, sin embargo los turistas extranjeros tendrán alfombra roja para campar a sus anchas por la Península como si fueran inmunes. Quien lo entienda, que me lo explique, porque ni siquiera el Gobierno central es capaz de justificar coherentemente esta medida, solo hay que escuchar las declaraciones que ha hecho de la señora Montero.

La portavoz de Sánchez, una vez más, le pasa la pelota a las autonomías, al Reino Unido y ahora, incluso a Europa. Ya sabíamos que lavarse las manos como Poncio Pilato se ha convertido en su especialidad, pero no por ello debemos dejar de denunciar esta situación tan vergonzosa.

Igual que vergonzosa es la campaña de vacunación. Esa campaña, vendida a bombo y platillo, y que ha acabado siendo un fracaso nada más empezar. Falta de viales, reparto desigual entre comunidades autónomas, cambios en los grupos de riesgo y en el calendario, parones abruptos por posibles problemas en determinadas inyecciones o la exclusión de la sanidad privada son solo algunos de los problemas que han venido dándose por la ineptitud del Gobierno sanchista. Lo único prácticamente seguro a estas alturas es que la ansiada vacunación de rebaño no será una realidad este verano por más que lo repitan una y otra vez.

A este panorama, se suma la crisis económica. El desastre solo ha hecho más que empezar y la recuperación está cada día más lejos. Más de cuatro millones de parados, muchísimos autónomos quebrados y sectores importantes al borde de la desaparición, así lo ratifican.

En definitiva, el balance un año después del estallido de la pandemia no puede ser peor. Annus horribilis.

Secretario de organización de Ciudadanos en la provincia de Castellón y portavoz en la Vall d’Uixó