La pandemia ha cambiado muchas cosas, otras, solo las está acelerando. Quizá sea en el ámbito social y personal en el que el coronavirus más jirones nos está generando pero hay otros ámbitos en los que la hoja de ruta ya estaba --y está-- clarificada, y que solo aguardaban a ponerse en marcha en los plazos que marcaba la vieja normalidad. Me refiero a la economía y, más en concreto, a la necesidad de implantar un nuevo modelo económico, de innovación, de competitividad y de equidad, algo por lo que llevamos tiempo trabajando y que la emergencia sanitaria ha puesto en el carril de preferencia.

De los beneficios del teletrabajo ya éramos conocedores, de la necesidad de empresas sostenibles ya teníamos conciencia, y de la urgencia por acabar con la precariedad y el problema de la economía sumergida también. La pandemia ha hecho más necesario que nunca la necesidad de reformas. Porque el futuro viene marcado por conseguir una economía con mayor productividad. Ahora, con los socialistas, es cuando se han cambiado las políticas económicas para hacer frente a la crisis. En lugar de las terribles y catastróficas --para la ciudadanía-- políticas de austeridad que se implantaron en la anterior crisis por un gobierno de derechas, y que nos llevaron a una segunda recesión, ahora, se ha optado por políticas expansivas con la mayor intervención en recursos públicos de la historia, con los mayores presupuestos nunca habidos, lo que dota a las administraciones, las grandes y las más modestas, de capacidad para acometer acciones que nos lleven a la reducción del paro juvenil, la mejora de las condiciones laborales y protección social, el aumento del salario mínimo interprofesional, la apuesta por la investigación y la educación superior, y ayudas a la industria para una mejora del proceso técnico que posibilite la transformación verde que la haga más competitiva a nivel externo. Ahora es el momento. El momento de dar el paso. Es la hora de apostar por un modelo de crecimiento que sea sostenido y vinculado a la eficiencia productiva.

Política económica

Es en esta coyuntura cuando de verdad se puede apostar por una política económica con marca europeísta, que incluya las reformas necesarias para favorecer un crecimiento económico robusto y la creación de empleo de calidad en nuestras comarcas. Y de hacerlo en torno a dos grandes ejes: el impulso a la sostenibilidad medioambiental junto a la necesaria transición ecológica, y la reducción de las desigualdades con el reforzamiento de la cohesión social. Dos ejes que, además, velan por la seguridad de las personas y la sostenibilidad de las empresas y los puestos de trabajo.

Ya éramos conocedores, pero la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) nos confirma que la salud y el trabajo son los asuntos que, ahora mismo, más preocupan a la ciudadanía. Por ese orden. Y así lo estamos abordando. Porque cada medida tomada para contener los contagios, ha ido acompañada de medidas para proteger a las y los trabajadores. Porque no hay mayor logro que el de salvar vidas y familias. Por ello, pasemos de los salarios bajos y empleos precarios a una creación de empleo de calidad. Del vivir para trabajar al trabajar para vivir. Pasemos del abandono de las y los jóvenes a contar con ellos como parte de la sociedad del futuro. De la renuncia profesional y personal a la conciliación.

Sin que nadie se quede atrás. Porque contamos con el plan Reactivem Empreses de la Diputación de Castellón, con el plan Resistir de la Generalitat valenciana y con el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia que guiarán los fondos Next Generation EU. Contamos con los elementos necesarios para la modernización de la economía, la recuperación del crecimiento económico y la creación de puestos de trabajo en Castelló. Para una reconstrucción económica sólida, inclusiva y resiliente. Ahora es cuando contamos con los elementos necesarios con los que liderar la nueva economía.

Secretario general del PSPV-PSOE de la provincia de Castelló y diputado autonómico