Querido/a lector/a, ayer, la noticia o el hecho de ver a José Benlloch, alcalde de Vila-real, como presidente de la delegación española al Congreso de Poderes Locales y Regionales me alegró el día. Posiblemente por un José Benlloch que es un gran alcalde y se merece ese honor. Pero, también, porque existe un organismo en Estrasburgo que aporta la voz de los municipios y regiones a las instituciones de la UE. No obstante, reconozco que lo que más me congratuló fue coincidir con las prioridades que han presentado para la nueva etapa.

Y es que soy de los que piensan que, en estos momentos, la urgencias de todas las personas y las instituciones sensatas deben pasar por defender la vida contra el covid, ganarle la batalla al amenazante cambio climático, hacer que el combate contra la despoblación no sea un hecho puntual de pura caridad y se entienda cómo un plan integral que posibilite vida permanente y digna, fomentar y universalizar la digitalización y la inteligencia artificial y mejorar la calidad democrática y la participación ciudadana... Pero quiero aclarar que si dentro de las prioridades tuviera que elegir una (ahora no es el caso porque el drama reclama afrontar el covid), manifiesto que después, en la reconstrucción, y especialmente en los municipios, sentiría como inaplazable la mejora de la calidad de la democracia y la participación ciudadana.

Y no solo por ir contra los populismos, sino porque no es posible gobernar sin entrar en el terreno de la cercanía, sin integrar a los ciudadanos en la política y sin escuchar más i mejor sus problemas y sus soluciones. Además, si existe algún sitio en el que el sistema democrático puede y debe evolucionar y buscar nuevas formas que lo hagan más partícipe y más defensor de la mayoría y la justicia social, ese sitio son los ayuntamientos. En todo caso, mi felicitación a Benlloch.

Analista político