Querido/a lector/a, el miércoles pasado un amigo, Pep Martí, presidente de la Diputación, escribió un artículo sobre la polarización política que vive España y que, dicho sea de paso, nos enfrenta, rompe y debilita nuestras posibilidades. Por eso, y ante esa actitud, defendió la Transición como ejemplo de traspaso de soberanía desde el diálogo y no desde la violencia. Al tiempo, y porque Pep Martí viene de la enseñanza de la filosofía, utiliza a Gomar, Kant, Weber y Stendhal para defender la importancia que tiene el consenso, la moderación y la racionalidad en la vida y en la política.

La verdad es que si escribo este corto y con el manifiesto mi acuerdo con el artículo de Pep Martí, es porque al hablar de la Transición no repite el viejo y poco fecundo debate sobre la república y la monarquía. Es decir, sabe de sobra que, en aquel momento, el único debate posible era el de democracia o dictadura y, en consecuencia, se sitúa en la realidad, en la importancia de la democracia y en advertir que, en ese espacio, la política es palabra y diálogo. Algo que necesitamos porque perdemos de vista o no valoramos que la democracia es un sistema para convivir en condiciones de desacuerdo pero, en general, la vida en democracia suele avanzar desde el acuerdo.

Por cierto, a pesar de lo dicho, no niego el valor del desacuerdo ni lo admirable de ser fiel a los principios, simplemente digo que, parece ser, y así lo ratifica la experiencia y tipos como Innerarity, que en democracia la confrontación por sistema no suele ayudar al progreso. Así es que, a reflexionar y ejercer con la palabra y el diálogo y, a ser posible, con el acuerdo.

Analista político