Con motivo del Día Internacional del Libro y de Sant Jordi, un escritor de referencia y amigo me ofreció participar, un año más, en la lectura para celebrar la efeméride. Cuando me dijo el título de la jornada, Mujeres y Literatura, acepté , y me vino a la memoria una de las últimas intervenciones que realicé como diputada en la legislatura X, en el 2015 cuando, en la Comisión de Cultura, defendí la posición del Grupo Parlamentario Socialista para reparar el injusto olvido de las mujeres de la Generación del 27, las sinsombrero.

«Lo que no está en los medios no existe», se enseña a los periodistas, y esto es lo que ha pasado con estas mujeres. Ser mujer, pensar, reflexionar, cuestionar, opinar, discrepar, alzar la voz y escribir. ¡Qué difícil era ser visible en aquellos tiempos!

Siempre que hablamos de la Generación del 27 nos referimos a un grupo de ilustres poetas, brillantes e intelectuales, pero todos varones. Recuerdo mis clases de literatura en las que las mujeres siempre estaban ausentes. Tengo que agradecer a mi profesora en el Instituto en el Grau de Castelló, María Teresa, que ya entonces mencionaba la invisibilidad de las mujeres literatas, recordaba su existencia y lamentaba las dificultades que vivieron.

Porque a la Generación del 27 también pertenecieron mujeres poetas, filósofas, escritoras y pintoras, que estuvieron muy comprometidas y que fueron olvidadas o se les recuerda solo por ser esposas o compañeras de escritores y poetas reconocidos.

Fueron mujeres de gran talento, que influyeron de forma decisiva en el arte y en el pensamiento español, mujeres de toda una generación con éxito internacional, que contribuyeron al cambio de la España de los años 20 y 30. La guerra civil supuso el fin de esa generación de autores y autoras, su condena y olvido, el exilio interior y exterior. Su obra resulta fundamental para entender la cultura y la historia de un país que nunca las reivindicó.

Nombres de calles y plazas

Con la llegada de la democracia, los nombres de esos escritores fueron recuperados para dar nombres a calles y plazas de toda España y ensalzados en seminarios académicos y actos públicos de todo tipo. Los de ellas continuaron silenciados, perdiendo su lugar en el relato oficial de la Generación del 27 y de la historia de la literatura española. El documental Las sinsombrero rescata a las mujeres de la Generación del 27, a las que traicionaron los años, pero que existieron. En una crónica del periódico El País, de 31 de mayo de 2010, titulada Las poetas invisibles del 27, la investigadora Pepa Merlo dice: «Me ha producido estupor conocer quiénes fueron y cómo terminaron la mayoría de ellas. Aquellas mujeres libre pensantes y modernas, que fundaron el Lyceum, viajeras impenitentes, terminaron sus vidas, salvo algunas excepciones, encerradas y silenciadas».

No se trata de rendir homenaje. Es hacer justicia a las mujeres olvidadas de la cultura, las que con su trabajo consiguieron hacer que nuestro país avanzara, las que con su obra y su valentía fueron y son fundamentales para entender la historia de una España que nunca las reivindicó. María Zambrano, mujer de esta generación, decía: «Si se hubiera de definir la democracia, podría hacerse diciendo que es la sociedad en la cual no solo está permitido sino exigido ser persona».

Pues bien, además de ser persona y existir, como dice el documental Las sinsombrero, sin ellas la historia no está completa. Para que la historia se complete es necesario adoptar las medidas que reparen el injusto olvido de las mujeres de la Generación del 27, devolverles la visibilidad, hablando de su obra y su existencia.

Por ello, este año, mi Sant Jordi, serán ellas.

Diputada PSOE por Castelló, portavoz adjunta GPS y secretaria ejecutiva contra la Violencia de Género