Una ciudad es la unión de todos sus vecinos, que tienen derecho a elegir en qué se invierten sus impuestos. Por eso sorprende el empeño de la alcaldesa de Castellón, Amparo Marco, en cerrar la avenida de Lidón, generando solo desunión. Nos costará a los castellonenses 3,3 millones de euros, pese a que nadie lo ha solicitado y tiene en contra a la mayoría de vecinos, comercios y usuarios. ¡Ordeno y mando!

Nadie entiende la necesidad de meter las máquinas y levantar patas arriba una de las avenidas más amplias, confortables y bonitas que tiene nuestra ciudad. Es evidente que solo le mueve su deseo de ampliar el álbum de fotos para su autobombo. Le pese a quien le pese.

El capricho nos va a salir muy caro, y va a tener un fuerte impacto social y en la economía local, con pérdidas para los comercios, molestias para las familias o problemas para acceder a servicios tan usados como el colegio Consolación: son 1.200 alumnos y 100 trabajadores a los que literalmente se les va a cortar el acceso sin alternativa.

La avenida Lidón va a ser un nuevo muro que va a dividir a la ciudad, como en su día hizo la vía del tren. El eje no admitirá tráfico. Todas las conexiones de las calles perpendiculares van a ser en zig-zag, y ninguna podrá cruzarla. No hay salida. La avenida María Rosa Molás será en un embudo en la rotonda de Tombatossals y el acceso a los ejes alternativos será un rompecabezas.

Los vecinos lo tienen claro. Desde el Partido Popular también. Pedimos la paralización del proyecto y que ese dinero vaya a otra parte de la ciudad que sí necesita la inversión. Señora Marco, no nos desuna.

Portavoz del PP en el Ayuntamiento de Castellón