Este complejo se inspira en la figura bíblica de Jonás, un comerciante al que Dios le encargó la misión de convertirse en profeta, pero por miedo a no estar a la altura, huyó.

Embarcó en un navío y sus compañeros, cansados de oír sus quejas, lo arrojaron al mar, donde una ballena lo engulló. En los tres días que pasó Jonás dentro de la ballena tuvo tiempo de reflexionar y prepararse para afrontar con responsabilidad su cometido. Una vez listo, la ballena lo vomitó y comenzó a realizar su tarea, aceptando así su destino.

El complejo de Jonás está relacionado con el miedo a salir de la zona de confort o seguridad, impidiendo así alcanzar una vida de auténtica satisfacción, por miedo al éxito. De hecho, en muchas ocasiones, incluso preferimos lo malo antes que arriesgarnos a buscar nuestra autorrealización y nuestro bienestar. Estar ancorados en la zona de confort, evitando seguir creciendo, provoca seguir anclados en el miedo, y ese temor a salir de lo conocido tiene un vínculo directo con el desasosiego hacia la incertidumbre y con la baja tolerancia a la frustración.

Es una actitud demasiado común que tiene consecuencias directas sobre el bienestar emocional, dando la falsa sensación de que estamos bien. Pero no es así. Seguir instalados en la comodidad, viviendo de los anhelos, con deseos incumplidos y sin apostar por ellos, acarrea frustración, baja autoestima, retraimiento social y ansiedad. Porque existe una condición psicológica inherente al ser humano que, con frecuencia, sabotea los sueños, relegándonos a vivir en la mediocridad y el conformismo. Muchos momentos en la vida nos presentan dos opciones, dar un paso adelante y crecer, o retroceder para mantenernos seguros, y en demasiadas ocasiones preferimos lo malo antes que arriesgarnos en busca de la autorrealización. Como dijo Steve Jobs: «Si tú no trabajas para tu sueño, otro te contratará para que trabajes por el suyo».

Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)