Cada mañana, en el trayecto que realizo andando desde mi casa al Ayuntamiento, es raro el día en que no me paren algunos vecinos, tras los buenos días de rigor, para preguntar por algún tema que les preocupa. Y nunca es sobre las decisiones del Consejo de Ministros, ni por la política económica europea, ni por el rimbombante Plan de Resiliencia, ni por la guerra cultural, ni por las elecciones de Madrid… No. Lo que preocupa a nuestros vecinos son cuestiones mucho más mundanas e insulsas para las portadas como son las mejoras de accesibilidad de su calle, el empleo de algún familiar, los servicios para los mayores o la instalación de juegos infantiles y mobiliario urbano.

La calle es el mejor baño de realidad para coger perspectiva y priorizar la acción de cualquier gobierno municipal. Los grandes proyectos dan titulares, pero son las pequeñas acciones las que transforman, una tras otra, los pueblos y ciudades. Como por ejemplo el convenio que hemos firmado esta semana con Facsa para garantizar el suministro de agua potable a las familias ondenses en situación de vulnerabilidad. O el programa de inserción socio-laboral para ayudar a encontrar empleo a personas en riego de exclusión. O como la ilusión que despertó el humilde reconocimiento a nuestros campeones de Adaponda por ganar el campeonato nacional de pádel.

Es la micropolítica la que debe guiar las ambiciones y motivaciones de los servidores públicos en nuestros pueblos. Bajar más a menudo a la plaza libreta en mano, escuchar, explicar y trabajar para ofrecer soluciones debería ser lo habitual en el día a día de un político y no lo excepcional en tiempo de campaña. Más zapatillas y menos postureo.

Alcaldesa de Onda