Matar al mensajero» es un dicho popular que tiene su origen en tiempos pretéritos, cuando los poderosos directamente eliminaban a aquellos que les decían lo que no querían oír. Justo lo que ahora quiere hacer el señor Serrano, actual presidente de Correos, con sus trabajadores y trabajadoras, con UGT y demás sindicatos. Tan solo porque le piden lo que él no quiere escuchar, que Correos siga siendo un servicio público.

Lo que tradicionalmente conocemos como Correos se fundó en 1716 y, durante siglos, ha llevado a nuestros hogares desde noticias de los seres queridos, hasta compras o 'on line' más recientemente, siendo sus empleados y empleadas personas entrañables, valoradas en todos nuestros barrios. Considerado un servicio esencial durante los momentos más duros de la pandemia, llegando a ser el segundo colectivo con más casos de covid y, sin embargo, en ningún momento se ha planteado la vacunación de estos profesionales que visitan día a día nuestros hogares, pero esto se queda sólo en anécdota cuando vemos lo que está pasando, y desde UGT no nos van a callar.

Por desgracia, Correos está siendo objeto de un intento de desmantelamiento por parte de su dirección. Con el señor Serrano al frente, anteponiendo intereses particulares al beneficio de las personas. Después de que el nuevo presidente haya destituido a los directivos de carrera de Correos, reemplazándolos por directivos puestos a dedo desde Correos Exprés, empresa filial, y lejos de fomentar la viabilidad del correo público, el presidente renuncia a una financiación de 100 millones anuales del Servicio Postal Universal, recorta en empleo, traspasa la cartera de clientes y usa los medios y oficinas de Correos para potenciar a Correos Exprés. Un hecho que no solo afecta a nuestros carteros y carteras, abocándolos a trabajar en condiciones inhumanas, sino que también repercute en la propia ciudadanía, que está dejando de recibir el correo diariamente, paquetería incluida, con retrasos debido a la falta de personal y consiguiendo con su nefasta gestión un agujero de 285 millones de euros.

Mientras, se dedica a adquirir participaciones en servicios postales de otros países como Portugal o Brasil y a malvender el patrimonio de Correos, como nuestro histórico edificio de la Plaza Tetuán de Castelló, para financiar su despacho oval de 2 millones de euros en la Castellana de Madrid. ¿Todo esto es necesario? ¿No sería más normal que aprovechara y modernizara las infraestructuras que dispone Correos para hacer que fuera viable y rentable? ¿Qué oscuros intereses tiene en ello? ¿Será que está intentando obtener un puesto de directivo en empresas multinacionales a cambio de ayudarles a eliminar la competencia?

No lo sabemos, pero, mientras el resto de servicios postales públicos de Europa sí que son viables, sobre todo en esta nueva era covid, y generan millones de euros de beneficios, aquí asistimos inexorablemente al desguace diario de esta gran empresa tricentenaria. Entonces, la pregunta del millón es: ¿qué pasará cuando no exista y las empresas logísticas de otros países se repartan este pastel llamado Correos?

Seguramente pagaremos precios exorbitantes por nuestros envíos, a cambio de un peor servicio y mayor precariedad laboral. Por no hablar de la llamada España vaciada, que tanto pregonan defender y que quedará abandonada a su suerte porque no resulta rentable dar servicio allí. Pero, ¿por qué dejar a la ciudadanía sin un servicio público emblemático, solo porque unos directivos puestos a dedo quieran llenarse los bolsillos?

En UGT lo tenemos claro y no nos van a callar. Correos puede ser viable, no solo en el ámbito postal tradicional, sino en la paquetería, con diversificación de servicios desde la empresa matriz y no desde las filiales, como en el modelo francés, contribuyendo a que la ciudadanía salga de la avería social que nos ha impuesto la pandemia.

Secretaria General Comarcal de UGT-Servicios Públicos-PV Comarques de Castelló