No es fácil establecer una versión redonda sobre el papel de Europa en esta pandemia. Con el brexit mutilando sus confines, sin duda la tragedia llegaba en horas bajas. Europa acusaba el cansancio y la pérdida de influencia en el mundo por mor de la consolidación de otros actores globales más ágiles que el viejo -y envejecido- continente. Pero no es menos cierto que los recursos comprometidos para la recuperación señalan el regreso de las constantes vitales. De corte keynesiano, el anuncio político de un ambicioso plan de reformas prefigurando tres líneas marcadas por firmes convicciones, constituye la mejor noticia posible en mitad del drama. Un tierra a la vista en toda regla.

Los vectores de desarrollo establecidos ya deben ser a estas alturas muy conocidos. Sobre todo, los dos primeros: sostenibilidad y transformación digital. Inexcusablemente imprescindibles. Pero existe un tercero definido técnicamente como resiliencia, algo más desconocido e intrigante. A grandes rasgos podría definirse como la capacidad de adaptación ante la dificultad, los retos y adversidades.

Una descripción -más o menos canónica- que requerirá un desarrollo y despliegue de contenidos con el mayor nivel de concreción posible.

El mundo poscovid-19 será, probablemente, no solo un mundo con cicatrices, sino también un mundo pre siguiente contratiempo. En forma nuevamente de crisis sanitaria o de imparable crisis climática que, a modo de pandemia global, nos abocará a la toma de medidas drásticas en el marco del concierto internacional.

Hoy protagonizamos la vergüenza del blindaje egoísta de las patentes. Un acto de codicia que retrasará la universalización de las vacunas para salvar al unísono a toda la humanidad. Con el clima y la reducción de emisiones ha pasado y no debería seguir pasando lo mismo. O pensamos en grande o nos envenenaremos juntos. Si peleamos por separado solo lograremos hacer algo juntos: perder.

La resiliencia no puede consistir solo en un ejercicio de adaptación aséptica. Un acomodarnos a escenarios distópicos que nos reserve un futuro causado tal vez por nuestras propias negligencias. La resiliencia debe guardar coherencia con nuestro guion. El guion de una Europa portadora de los valores ilustrados del humanismo, las libertades, la tolerancia y la equidad.

En el ámbito más práctico, sugiero asumir la preparación de la resiliencia desde ya abrazando, a modo de ensayo, proyectos y estrategias que nos permitan, desde lo aprendido en esta pandemia, resistir mejor lo que nos venga. Por eso me causa tanto respeto todo aquello que signifique no parar el mundo cuando vuelva otro ángel exterminador. Un respeto por todos aquellos que quieren ensayar certificados verdes o pasaportes sanitarios, corredores seguros o conciertos musicales con protocolos que compatibilicen la salud con ahuyentar la miseria y la mortalidad empresarial. Como dijo Chaplin, no podemos permitir que este espectáculo acabe sin aplausos.

Secretario autonómico de Turismo