Cambio climático: dos palabras que interpretamos en política local a nuestra conveniencia. Pero, ¿cuál es la respuesta para este problema? Mientras los movimientos ecologistas reclaman la transición hacia un nuevo modelo energético, con una producción basada en las energías renovables, ahorro y eficiencia energética, unido al fomento de empleo local y la democratización del acceso a la energía y al cuidado de nuestras tierras, los grandes fondos especulativos aprovechan las deficiencias de nuestras administraciones en la regulación del sector y la falta de información de la ciudadanía para beneficiarse. Además, con la llegada de los fondos europeos de recuperación y ante la urgencia de desarrollar la energía renovable según los parámetros del Plan Nacional de Energía y Clima 2021–2030, estos movimientos especulativos han empezado a sobrevolar cual buitres olisqueando sangre.

Pero si son grandes empresas que pueden generar una buena suma de dinero y reparto de riqueza, ¿por qué dejarlo escapar? Fácil, porque este negocio ocupa una gran extensión creando todo un mar de paneles fotovoltaicos, que actúan como espejos con efectos perjudiciales para la biodiversidad de la zona. Además, está demostrado que las macro-plantas se caracterizan por una baja creación de empleo en la zona, por lo que la concentración de ingresos y el reparto de la riqueza no repercute en la economía local, sino que enriquece fondos de inversión en el extranjero. Se trata de comprar suelos agrícolas con los que recalificar y multiplicar su valor especulando para aumentar sus ganancias, hasta que dejan de serles rentables y terminan por ser suelos abandonados donde no se podrá generar nada positivo al municipio. ¿De qué nos suena todo esto?

Agricultura castigada

Como buen sistema capitalista, siempre hay alguien que sale perdiendo, quienes viven y trabajan de la tierra. Nuestra agricultura es la más castigada. Sector este estratégico para nuestros municipios, por él podemos disfrutar de una excelente variedad de fruta y verdura, además de ser motor principal de creación de empleo en municipios como el mío, Moncofa. Tradiciones que, estas sí, son un ejemplo contra el cambio climático para el mundo, atendiendo a la advertencia de un agricultor de mi pueblo; «si paramos, veremos de qué se alimenta Europa».

Tras analizar las muchas dificultades y las nulas competencias que tenemos los municipios, en Podem vimos una opción clara para proteger el suelo agrícola, creando un catálogo de protecciones y planes especiales que permite La Ley de Ordenación del Territorio, Urbanismo y Paisaje. De esta forma podemos introducir las modificaciones necesarias en las Normas Subsidiarias o en el Plan General de Ordenación Urbana del municipio y poder declarar «suelo agrícola protegido» por su valor paisajístico, agrícola y cultural. La mejor forma de llevar a cabo todo esto es escuchar a los agentes afectados, convocando a los Consells Agraris locales para su consulta y asesoramiento en calidad de afectados, y dar cuenta del resultado y los avances de la propuesta.

En definitiva, nuestra oposición no es hacia las energías renovables, sino al modelo en que éstas se están generando, la resiliencia de nuestra comunidad debe ser más fuerte que nunca y debemos prestar atención no sólo al qué, sino al cómo. Esta vez estamos obligados a hacerlo bien, por las personas, la biodiversidad y nuestra agricultura.

Concejal de Podem en Moncofa