La realidad de quienes trabajando no llegan a fin de mes, o la de quienes han perdido el trabajo, o peor, la de quienes habiéndolo perdido hace tiempo, pierden además la esperanza de encontrar otro.

En definitiva, la realidad de miles de personas que están cansados de oír que son tiempos difíciles, puesto que para ellos son imposibles.

Dificultades las suyas ignoradas hoy por una clase política que, en su momento, no tuvo el más mínimo reparo en utilizarles interesadamente, a lomos del 15-M, para autoproclamarse la voz de los desfavorecidos. Siendo muy ilustrativo de la mentira que representaron su enmudecimiento actual, cuando más gente hay pasándolo mal, y es que, ya se sabe, cuando la izquierda está en la oposición su conciencia social se potencia a la misma velocidad con la que languidece cuando entran en la Moncloa o Galapagar, según se sea de PSOE o Podemos.

Hay a quien no le conviene recordar las milongas que vociferaban cuando gobernaba Rajoy, ya que hacerlo supone evidenciar la magnitud de sus embustes. Como cuando nos decían que no era una cuestión de izquierdas o derechas, sino los de arriba contra los de abajo. Así fue hasta que los que decían eso llegaron arriba y, lejos de solucionar nada, lo que han hecho es incrementar el número de los de abajo, atendiendo al incremento del paro y las ayudas de Cáritas y Cruz Roja, entre otras.

Esa izquierda tan radical como mentirosa, visualizada hoy como mera publicidad engañosa que con la misma rapidez que seduce, posteriormente decepciona. Y todavía dudan del resultado de las elecciones en Madrid, una muestra más de lo alejados que están de la calle aquellos que decían representarla.

Portavoz PP Vinaròs