Hermano pez: Parece ser que las campañas electorales se están transformando en la actualidad en un nuevo sector pesquero.

Por un lado, vosotros y yo formamos parte del caladero de votos en los que todos los partidos van a pescar cada cierto tiempo, dejando paradas biológicas cada vez más cortas. Y evidentemente el caladero del centroizquierda y centroderecha, es decir el de los peces más moderados, es donde hay más posibilidades de hacer buena pesca. Para los partidos radicales, los que están más en los extremos, estos bancos de peces electorales están ciertamente lejos y, por lo tanto, lo que hay que hacer es que huyan de ese centro y que, a través de la radicalización se acerquen más a los sitios donde estos partidos antisistema suelen pescar. O sea que, si Mahoma no puede ir a la montaña, que sea esta la que vaya a Mahoma.

¿Y cómo se consigue esto? Pues a través de la Provocación. Con la provocación se excitan las vísceras, se irritan las mentes, o se enojan los estómagos contra el enemigo. Es la única manera de mover las montañas: haciendo que nos radicalicemos los unos contra los otros. Contra el enemigo que está a la otra punta del espectro ideológico. Y eso es lo que pasó en el debate de la Cadena Ser, se provocó y funcionó: la montaña se movió.

Siguiendo con el símil pesquero, mejor que no piquemos en esos anzuelos ni nos dejemos pescar por sus redes (esta vez me refiero a las redes sociales). La provocación es el gusano que nos ponen en el anzuelo para excitar nuestras ganas y, si picas, ya te tienen enganchado.

Mejor sigue siendo pez que, para ser pescado siempre estás a tiempo y hay muchos tiburones y tiburones esperándote.

Urbanista