Querido/a lector/a, el Banco de España, que es una institución poco alarmista, acaba de alertar que la situación de nuestra juventud es una auténtica mierda que, sin ser nueva, viene de lejos, y con las consecuencias del covid-19 va a peor. Por cierto, cuando utilizó la palabra «mierda» sé que algunos lectores se van a sentir violentos, pero la uso porque si hablo de la mala suerte que tiene nuestra juventud, me quedaría demasiado lejos del drama y, encima, estaría dando la imagen de que esto es algo casual.

Estamos hablando de altas tasas de fracaso escolar, de un paro juvenil de escándalo, de salarios de vergüenza, de poca contratación laboral, de contratación temporal, de imposible acceso a la vivienda, de no poder pagar ni el alquiler, de trabajo en las actividades que más sufren las restricciones y menos pueden teletrabajar y acogerse a los ERTE... Estamos hablando de personas que en un futuro tendrán pensiones de miseria, de gentes que pierden la esperanza en tener una vida digna, de ciudadanos que no llegarán al nivel que tuvieron sus padres, de mujeres y hombres que día a día constatan que el actual orden les es adverso, de seres humanos con dificultades para la integración social... Estamos hablando de una peligrosa fractura social, de la pérdida de la solidaridad intergeneracional, de que se anuncian problemas que van a afectar a la convivencia y al progreso de la sociedad...

Querido/a lector/a, esto ni es circunstancial ni casual. Hace años que no existe el imprescindible pacto de sostenibilidad social y, las soluciones políticas y económicas conducen a la desigualdad y a la marginalización de sectores sociales. Así es que, mientras desde la racionalidad se negocia o se gana, sería aconsejable que el desahogo o la frustración no nos condujera a populismos improductivos ni a fascismos retrógrados. Amén.

Analista político