Sr. Presidente de la República Francesa, Sr. Macron, desde que he decidido hablar con usted, aunque sea desde la distancia y a través de este artículo, me siento nervioso y preocupado, pero convencido de que lo hago por derecho propio.

Nervioso, porque soy consciente de que me dirijo a una persona que preside uno de los países más importantes de la UE y del mundo. En consecuencia, a alguien que puede incidir en la realidad hasta cambiarla.

Con preocupación, porque parece que tiene la intención de someter al Instituto Francés de Valencia (IFV) a un plan de reestructuración que puede llevar a su desaparición. Decisión que espero que no sea así, porque además de que me provocaría un fuerte dolor en el alma, menospreciaría y debilitaría el esfuerzo que, desinteresadamente, día a día y por amor a la lengua francesa, realizan todos los miembros (franceses, españoles, jóvenes, mayores, estudiantes, profesores, exemigrantes...) de la Asociación Francófona de la Vall d’Uixó. Asociación que, en parte, homenajea a Francia y basa su utilidad social y cultural, a través de las películas, conciertos, conferencias... que nos suele ofrecer el mismo IFV.

Pero si me he atrevo a solicitar y hacerlo por derecho propio, aún sabiendo que la mayoría de los componentes de la Asociación Francófona de la Vall d’Uixó no son franceses, es porque todos participamos de la idea de que, tanto la lengua francesa, como significativos aspectos de la historia de Francia (la ilustración, los derechos de los ciudadanos, la implantación de la democracia...), forman parte del patrimonio de la humanidad. Por eso, le suplico, que la Francia de la libertad, la igualdad y la fraternidad, la de los valores republicanos, no pase a la historia por recortar, en época de crisis, las partidas que afectan a la lengua francesa, es decir, a su propia identidad.

Analista político