Ante la nueva Ley de Educación, hay quien pregunta si ha cambiado algo en relación con la asignatura de Religión y Moral católica. Ahora solo está publicado el texto de la Ley. Aún faltan los desarrollos normativos para cada etapa. A día de hoy se puede afirmar que la Ley ha mantenido literalmente su compromiso con el cumplimiento de los Acuerdos Iglesia-Estado, en la disposición adicional segunda. Esto significa que la asignatura de Religión y Moral católica seguirá siendo área o materia en todas las etapas educativas, de oferta obligatoria por todos los centros, y opcional para las familias. Todos los centros –de iniciativa pública o social-- han de ofertar esta asignatura y los padres podrán elegirla libremente. Es lo que piden los derechos fundamentales de libertad religiosa y el de los padres a la educación religiosa de sus hijos.

Ahora bien: los padres, que deseen la clase de Religión para sus hijos, deberán inscribirlos personalmente para el próximo curso escolar. Así hacen uso de su derecho originario a la educación de sus hijos: ellos --y no el Estado--, son los primeros educadores. Los padres ejercen así su derecho a que sus hijos reciban la formación religiosa y moral de acuerdo con sus convicciones religiosas; un derecho reconocido por nuestra Constitución, cuyo ejercicio efectivo, libre y no discriminatorio el Estado ha de garantizar siempre. Los padres deberán velar para que los colegios cumplan con la obligación de ofertarla.

Esta asignatura forma parte de la educación en la fe de los hijos, a la que los padres se comprometieron en el bautismo. La familia, la parroquia y la escuela son tres ámbitos necesarios y complementarios para esta educación. Esta asignatura ayuda al alumno en la formación de una personalidad sólida, libre, responsable y abierta a la trascendencia. Es un medio para crecer en el conocimiento de lo que significa la fe cristiana; los alumnos aprenden a darse y a dar razón de su fe.

Obispo de Segorbe-Castellón