Desde hace unos años el primer domingo de mayo se celebra el Día Mundial de la Risa. Existen pocos placeres en la vida mejores que reír a carcajadas. La risa es considerada la expresión genuina que se asocia a la alegría, el humor y la diversión.

De los 16 tipos de risas que existen, la risa genuina, la que se produce sin haber un objetivo para su emisión de manera natural e involuntaria, es la que genera más beneficios y la vinculada a la felicidad. De entrada, diferentes estudios han demostrado que las personas risueñas viven casi 5 años más, que las que se ríen poco.

A nivel físico, reír nos fortalece pues cada vez que lo hacemos a carcajadas, activamos 430 músculos que se contraen y se relajan según el estado de intensidad-relajación que vaya experimentando nuestra risa. Además, reír aumenta la inmonuglobulina A y los linfocitos T, anticuerpos que combaten virus y bacterias, con lo que se refuerza nuestro sistema inmunológico. A nivel psicológico, la risa segrega endorfinas, la llamada hormona de la felicidad. A mayor intensidad de la risa, más endorfinas se segregan. A mayor nivel de endorfinas, más felices nos sentimos. Además, mejora nuestra socialización pues la risa compartida estrecha lazos y mejora relaciones. El resultado suele ser un profundo sentimiento de unión con esas personas y un mayor bienestar emocional.

El estrés y las preocupaciones diarias motivadas por la pandemia, han incrementado los niveles de depresión y ansiedad en las personas. Es por ello que deberíamos fomentar la risa como un hábito saludable en nuestras vidas. Todos los beneficios, antes comentados, exigen tomarse la risa muy en serio, pues por desgracia, mientras los niños sonríen unas 200 veces al día, los adultos lo hacemos solo 20.

Conviene no olvidar que, la risa, ese disolvente universal de las preocupaciones, es la distancia más corta entre dos personas.

Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)