El sector primario siempre ha sido la base fundamental de cualquier civilización. Sin la agricultura, la ganadería, la pesca o la minería no seríamos lo que somos. Qué lejos queda aquella revolución que el ser humano realizó al pasar de cazadores y recolectores a ganaderos y agricultores.

Desde entonces, las diferentes culturas mediterráneas han ido desarrollándose y adaptando nuevos productos y sistemas de cultivo procedentes de otros lugares del planeta.

¿Qué le hemos hecho los valencianos al ministro Planas para que nos azote sin compasión? Inició su andadura abandonando la citricultura en las negociaciones europeas y prohibiéndonos que luchásemos con las mismas armas en una economía cada día más globalizada. Nos impide la utilización del único producto eficaz contra el cotonet que en otros países, como Italia, emplean de manera excepcional. No presiona para unos mayores y exhaustivos controles en frontera de mercancías provenientes de terceros países con el fin de evitar plagas indeseadas o descubrir ciertos productos fitosanitarios aquí totalmente vedados. No aplica la cláusula de salvaguarda, que le permiten los acuerdos internacionales, cuando nuestros productos se ven perjudicados. Ignora las demandas de los agricultores ante los fenómenos meteorológicos como las últimas tormentas de granizo que tanto afectaron a la Plana Baixa…

Y ahora, encima, la emprende con el sector pesquero. Está jugando con casi 600 familias que viven de manera directa de la pesca, y otras miles de forma indirecta, en municipios como Castellón, Vinaròs, Benicarló, Peñíscola o Burriana al reducirles un 19% los días de trabajo en el mar.

Y al daño económico, que no es poco, se suma el desmantelamiento de la base del helicóptero de Salvamento Marítimo en Valencia que tanta seguridad y protección ofrece a los pescadores ante cualquier adversidad que pueda surgir.

Todas estas acciones de los diversos gobiernos de izquierdas muestran su nulo interés por el sector primario y dejan al PP como único garante de este colectivo, al que tanto le debemos. Medidas como la defendida en la Diputación por la presidenta provincial, Marta Barrachina, solicitando 1,5 millones para evitar la quiebra de la pesca en Castellón, nos convierten en ese altavoz que necesitan para ser escuchados.

*Diputado del PP en el Congreso