No recuerdo en los últimos meses una polémica que haya calado tanto entre los ciudadanos como el anuncio del doblemente vergonzoso indulto a los secesionistas catalanes. Vergonzoso, en primera instancia, porque todos sabemos que es el precio que el PSOE tiene que pagar para seguir en la Moncloa y, en segundo orden, porque vulnera los principios de igualdad de la Constitución y la autoridad judicial del Tribunal Supremo. Un precio demasiado alto para tan bajas conductas morales. Es el principio del fin de Pedro Sánchez y, lo peor de todo, es que parece que lo sabemos todos menos él.

¿Se imaginan a un asesino o a un violador condenado, en sentencia firme, solicitando el indulto y anunciando que no se arrepiente de lo que ha hecho? Y lo que es más duro de escuchar, ¿que en cuanto pueda lo va a volver a hacer? ¿Le darían ustedes esa medida extraordinaria a ese tipo de criminal vocacionalmente reincidente? Yo no. Nunca, bajo ninguna bandera, mucho menos justificando esa decisión con palabras como venganza y normalidad. ¿Hacer cumplir la justicia y las leyes es venganza? Entonces nuestras prisiones están llenas de almas caritativas contra las que se ha cometido una cruel vendetta ¿Saltarse a la torera un pronunciamiento demoledor del Tribunal Supremo debe verse con normalidad? Pues entonces... no quiero ser normal.

Lo peor no es cometer esta infamia, lo insólito es poner a todo tu ejército de palmeros a justificarlo con toda clase argumentos peregrinos. Que si hay que pasar página, que si es por la concordia entre españoles, de manual de Primero de Iván Redondo. Pero no les está saliendo bien, porque lo mismo que cuesta creer que la tierra es plana y los burros vuelan. Y no nos sirve de excusa que, cuando esto suceda como ya han anunciado los separatistas, el PSOE ya no gobierne en España. Pan para hoy y bomba de relojería para mañana. Una forma de gobernar absolutamente cortoplacista cuyas consecuencias han marcado a fuego la historia de España.

Callar ante esta vileza o justificarla es propio de cobardes. Por eso me extraña no haber escuchado en las últimas semanas a ningún dirigente provincial del PSOE pronunciarse sobre este tema. El silencio es su mejor respuesta ante ese barco a la deriva que es el partido socialista a nivel nacional, con un presidente endiosado y más preocupado por seguir ocupando la jefatura del gobierno que por hacer cumplir las leyes. Gobernar a cualquier precio siempre ha tenido funestas consecuencias en la historia de la democracia española. El bipartidismo no ha aprendido la lección y vuelve a caer en los mismos errores que les hicieron perder el favor de los votantes. No han aprendido de los errores y los ciudadanos se lo van a recordar en los próximos comicios. Saltarse la Constitución Española y los tribunales de justicia no puede salirles gratis. Ni a ellos ni a sus secesionaistas socios de gobierno. Tiempo al tiempo, que es el único que pone a cada uno en su sitio e indulta o no al destino.

Portavoz de Ciudadanos en la Diputación Provincial y teniente alcaldesa de Benicàssim