Hermanos: Las grandes ciudades ya han puesto en marcha proyectos para poder cambiar su fisonomía, recuperando espacios para la ciudadanía (los peatones) creando supermanzanas que permitan restringir los usos para los coches en favor de las personas a pie.

Desde que los vehículos a motor entraron en nuestras vidas con carácter masivo las aceras se redujeron drásticamente, las calzadas se ampliaron para permitir el aparcamiento de los coches en superficie.

Ahora, poco a poco, se han ido sustituyendo algunas plazas de aparcamiento por terrazas de bares, comprensible en tiempos de pandemia para salvar a los negocios de restauración, pero incomprensibles en algunos casos que ocupan con mamotretos cerrados que no son ni más ni menos que privatizaciones del suelo público por la puerta de atrás.

Es necesario hacer un cambio, no solo en las ciudades, sino también en los municipios medios, reforestándolos con árboles. Recuperando suelo para los niños y niñas. Con aceras amplias en que, además de las papeleras, farolas y señales de tráfico, quepan los carros de la compra, los carritos, las personas, en definitiva.

La peatonalización, dura o blanda, mejorará la vida de nuestras poblaciones. Será incomodo no poder aparcar justo delante de nuestra casa o del lugar donde vayamos, pero sin duda obligaremos a los ayuntamientos a crear recorridos en los que no sea necesario desplazarse a pie a más de 15 minutos. Lo cual beneficiará la vida de todos y generará un comercio de proximidad que está perdiendo la batalla con las grandes superficies y las grandes empresas logísticas. Vamos a por un pueblo amable y verde.

Urbanista