El verano se está acercando y será, como siempre, y por desgracia, una época de incendios. Se trata de fuegos que afectan a todos los lugares y, en nuestras comarcas, no será diferente, aunque esperamos y deseamos que sean incluso menores que el año pasado.

2020 fue un año de récord en el buen sentido: desde 1986 no teníamos una superficie quemada tan baja en nuestra Comunitat, y los incendios fueron sofocados y gestionados de manera eficiente y ágil, lo que demuestra la importancia de la profesionalización de los más de 1.000 agentes (bomberos forestales, pilotos, policía de la Generalitat, personal de los consorcios...) que la Generalitat valenciana coordina. Debemos trabajar para que la tendencia sea la misma y que la gestión sea, como mínimo, igual de positiva para nuestra tierra este año.

Porque los incendios se pueden combatir y se les puede ganar, como lo demuestran esos positivos datos del año pasado y como demuestran los aciertos conseguidos con la Ley Forestal de 2018 y que tanto ha ayudado. Todas y todos tenemos presente que para asegurar la conservación de nuestros ecosistemas requerimos de prevención ante el fuego, y que hay un nuevo enemigo, silencioso, del que debemos defendernos, aunque sea negado por unos cuantos de manera peligrosa y sorprendente. Hablo del cambio climático y de la situación a la que nos ha llevado. Hablo de la actual situación de emergencia climática, que ha sido reconocida por las grandes instituciones nacionales e internacionales en estos últimos años.

Por muchas medidas que tomemos, el cambio climático sigue avanzando e incrementando la frecuencia de situaciones de mayor riesgo, al igual que hace que la estación de incendios tenga una mayor duración, y no solo en los meses de verano.

Estamos ante una meteorología que nos conduce hacia la desaparición de las estaciones de transición, la subida de temperaturas y una disminución de las precipitaciones por la contaminación atmosférica. Por eso es más importante que nunca tener una adecuada estrategia para frenar los incendios en nuestras comarcas, como lo tiene ya la Generalitat valenciana.

La meteorología tiene una relación muy estrecha con el riesgo de incendio y, este año, las lluvias de primavera han sido un 30% superiores a la media, en especial durante el mes de abril, que ha provocado el crecimiento destacado de la vegetación de matorral, vegetación fina, o de las zonas de pasto, entre otros. Una vez se seca esa capa, se incrementa de manera notable la inflamabilidad, y es por eso que la necesidad de la prevención es más necesaria que nunca. A esta meteorología adversa, en cuanto a los incendios, que tanto nos debe preocupar este año, hay que sumar el factor humano. El año pasado, seis de cada 10 incendios fueron debido a las negligencias. Este tipo de incendio es más difícil de controlar, pero hay que trabajar el refuerzo de la vigilancia, de la concienciación cívica y de la propia gente para que dejen de producirse incendios ajenos a las causas naturales.

Los incendios no benefician a nadie y, si alguien piensa lo contrario, se equivoca. La pérdida de masa forestal, de vidas humanas, de patrimonio público y privado produce situaciones de emergencia dramáticas.

Es por eso que la acción ciudadana y nuestras administraciones, encabezadas por la Agencia Valenciana de Seguridad y Respuesta a las emergencias, tienen la responsabilidad de garantizar y velar, durante todo el año, y en especial en la temporada más seca y cálida del territorio, por aplacar los posibles incendios en nuestra provincia. Hagámoslo posible entre todas y todos.

Secretario general del PSPV-PSOE de la provincia de Castelló y diputado autonómico