No seré yo quien condene antes de tiempo al conocidísimo político de extrema izquierda que ha saltado a la palestra por, supuestamente, patear a un ciudadano. Según el político, no pasó nada de nada en aquel encuentro. Según el ciudadano, la patada se produjo a todos los efectos. Hubo agresión. Penalti y expulsión.

Creo que, antes de emitir juicios de valor al respecto, debemos esperar a que las partes declaren ante la autoridad competente. Dicho esto, no deja de resultar curioso ver cómo varios altos cargos de la nueva izquierda patria son conocidos por su afición a patear personas como el que patea balones de fútbol.

También son conocidos algunos políticos de la nueva y extrema izquierda española por su facilidad para insultar. Por su lengua viperina. Por no dolerles prendas a la hora de descalificar con palabras gruesas a quienes no les ríen las gracias. En definitiva, no son pocos los casos de políticos postmodernos con tendencias totalitarias.

Es por eso que veo más necesario que nunca que los partidos centrados, moderados, constitucionalistas y con vocación constructiva se sienten a hablar. A dialogar. A tender puentes. La gran coalición alemana entre derecha, centro e izquierda no le ha ido nada mal a nuestros socios. ¿Por qué eso es impensable aquí? ¿Por qué tenemos que estar siempre vendidos a las minorías nacionalistas, fascistas, comunistas, extremistas o frentepopulistas? ¿Por qué?

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Escritor