Por lo que cuentan expertos en navegación, el buque hundido en el puerto de Castellón era uno de esos infernales ataúdes flotantes que navegan bajo bandera de conveniencia, tripulados por gentes mal pagadas y sometidas a inhumanas presiones de trabajo, extremo este último que corrobora la Federación Internacional del Transporte (ITF, por sus siglas en inglés) en España. Han pasado 18 días desde el suceso y el viejo Nazmiye Ana sigue bocabajo, mientras cada mañana submarinistas de la Guardia Civil, en su momento también estuvieron los bomberos, tratan de encontrar el cuerpo del estibador castellonense de 36 años que desapreció en el momento del accidente. Sí han logrado rescatar el cadáver de un joven marinero indio de 22 años de nombre Bhanu, atrapado en el interior. En el momento de escribir estas líneas nada se sabe de David, el trabajador portuario.

18 días y no ha variado el operativo de rescate, circunstancia que está creando un enrarecido clima entre diversos colectivos que desarrollan su actividad en PortCastelló, sobre todo en el de estibadores donde, según me cuentan, cunde tanto estupor como indignación. En el muelle del Centenario atracan grandes mercantes de considerable calado ayudados en cada operación por remolcadores. Semejante trasiego ocurre una vez finalizadas las labores de rastreo del equipo subacuático y hay voces críticas argumentando que las maniobras de atraque y desatraque remueven el fondo marino, sobre todo cuando los buques van a carga máxima. Afecte o no la actividad comercial del muelle en la idoneidad de los trabajos de rescate, lo cierto es que han pasado más de dos semanas y, según denuncian fuentes del sector de la estiba, sigue sin producirse un despliegue de medios que permita reflotar el barco y establecer nuevas estrategias de búsqueda del castellonense desaparecido.

Encrucijada burocrática

Cuentan que la encrucijada burocrática en que está sumida la aseguradora de la naviera turca propietaria del Nazmiye Ana y las autoridades competentes, entre ellas Capitanía Marítima, sigue lastrando las decisiones a tomar. Evidenciando, a opinión de expertos consultados, que desde el principio la desgraciada situación podría haberse gestionado con mayor solvencia. En este drama que se ha llevado dos vidas, la familia de una de ellas sigue en la amarga incertidumbre de no ver recuperado el cuerpo de David, padre de familia de Castellón. El maldito barco, después de 18 días sigue bocabajo y convertido en inexpugnable tumba en el interior de PortCastelló, instalación relevante en el Mediterráneo de la UE. O sea, primer mundo.

Al dolor, éste más próximo, de la familia de David, cabe añadir el sentimiento desatado en el entorno próximo del marinero Bhanu, ciudadano de India. Dos dramas humanos irreparables, a los que sumar la tragedia de los ocho tripulantes del hoy barco cementerio de propiedad turca y bandera panameña, asistidos desde el primer momento por la oenegé Stella Maris, que realiza una ejemplar labor en pro de las gentes de la mar. La organización diocesana que dirige Xosé Filgueira ha podido constatar la extrema precariedad de la dotación del Nazmiye Ana. Según el sindicato ITF existen amenazas de la naviera para que los marinos no reclamen sus derechos en calidad de damnificados del naufragio. En el caso de los tripulantes indios, con sueldos de apenas 300 euros mensuales, estos aseguran haber tenido que pagar 5.000 mil dólares en su país para conseguir el embarque. El trágico suceso ha desvelado la basura que demasiadas veces se esconde bajo pabellones de conveniencia. Además de aflorar un cuestionado protocolo de actuación. Van 18 días.

Periodista y escritor