Tras el trágico zarpazo del covid-19 los primeros meses del año pasado, por el que como única medida de defensa los españoles tuvimos que acuartelarnos, la vida se va abriendo paso en nuestras comarcas. Y con ella, la normalidad institucional que poco a poco va relegando lo virtual. Con un virus de sospechosa procedencia sobrevino de forma exponencial el teletrabajo y, con ello, el ordenador. Y más ordenador, y ordenador hasta en la sopa, y ordenador hasta el infinito y más allá, y en ese infinito encontraron su lugar los plenos on line, o telemáticos. En adelante solo escribiré sus siglas, PT. Un acrónimo que nos hemos tragado para desayunar, comer y cenar.

Sin menoscabar los PT, que algún día quedaran como una muy honrosa memoria, supongo que mis compañeros de corporación en el Ayuntamiento de Alcalà-Alcossebre, seis mujeres y con el autor de estas líneas siete hombres, tendrán unas ganas locas de retomar los plenos presenciales, los de cara a cara, los de verdad de la buena, en esos en el que un concejal deja su impronta, en esos que se bate el cobre con la vehemencia adecuada. Plenos en el que un vecino tras haberse presentado a unas elecciones y haber sido votado por sus convecinos, se siente en el salón de plenos representándoles y frente a público asistente. La verdadera esencia de la democracia y el municipalismo en estado puro.

En mi criterio los PT merman la agilidad y fluidez verbal de muchos políticos, sin dejar de lado que el hecho de hablarle a una minúscula cámara resulta a veces extenuante. Aunque no se puede negar la mayor, la comodidad, que cuando te convocan a un pleno acudes a él sin salir de casita. El teletrabajo perdurará, en menor o mayor grado, porque ha encontrado su sitio y sus incondicionales, algo muy distinto es la política, la cual para su buen ejercicio necesita mirar a los ojos sin pantallas de por medio. Es el factor humano, lo que nos diferencia de las máquinas, lo que hace que aún seamos seres imperfectos. Y que dure.

Portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Alcalà-Alcossebre