Ayer Pedro Sánchez anunciaba que concedía los indultos a los políticos catalanes que decidieron saltarse la Constitución y proclamar la independencia de Cataluña de España, provocando un fractura social en la sociedad catalana.

Una decisión que llega sin que en ningún momento hayan mostrado arrepentimiento y proclaman, como dijo Junqueras, que «los indultos son una muestra de la debilidad del estado español» y reafirman sin problemas que lo volverán a hacer.

Los independentistas le van a tomar el pelo a Sánchez por un puñado de votos, lo mismo que lleva él haciendo tres años con los españoles, diciendo una cosa y la contraria en cuestión de días. Poco antes de Navidad negaba la posibilidad de indultar a quien se ha saltado las leyes y no se arrepiente, y ahora les pone la alfombra roja. No nos puede sorprender esta forma de actuar, desde el primer día fue así, con una moción de censura que organizó con el compromiso de convocar elecciones inmediatas y tardó un año en hacerlo, o como en tantos y tantos episodios en la pandemia. Destaca el momento donde decía que las mascarillas no eran necesarias para dos meses hacerla obligatoria, algo que ahora modifica como cortina de humo para que nos olvidemos de los indultos.

Sánchez ha creado escuela. En Castellón siguen al pie de la letra su manual de resistencia y mientras seguimos sin presupuestos, aprueban subidas de sueldo a su personal de confianza, al mismo tiempo que matan el turismo y a sus chiringuitos, lo intentan tapar con un Plan General que venden a bombo y platillo.

Cada vez tienen más complicado que los ciudadanos les indulten en las urnas tras su gestión.

Secretario general y portavoz adjunto PPCS