La despoblación de muchas de nuestras localidades de interior —que en la Comunitat Valenciana afecta principalmente a pueblos de Castellón— se fundamenta en múltiples casuísticas alrededor de los distintos segmentos de población por las que, un día, deciden abandonar el territorio que les ha visto crecer. Pero hay uno que, entiendo, es común para todas las poblaciones y las personas mayores que, muchas con sus pensiones de jubilación bien merecidas u otros recursos económicos, todavía mantienen encendida la llama de la supervivencia en pequeños comercios, bares, tiendas de alimentación, farmacias u otros servicios que siguen dando vida a esas poblaciones.

Y cuando digo que hay algo en común para todas, que sin duda puede alargar la estancia en ellas, me refiero a la accesibilidad universal, a la supresión de barreras urbanísticas y arquitectónicas que ayuda a mejorar la calidad de vida de todas las personas, pero en especial de las que son mayores —que de manera natural con los años ven reducida su movilidad— y de las personas con discapacidad.

Tenemos que aprovechar, además, el cambio de paradigma que, como consecuencia del covid, se está produciendo en cuanto al turismo. Muchas personas, tanto afectadas por el virus como no, están cambiando sus hábitos y focalizando sus preferencias hacia zonas más abiertas y menos saturadas que la costa, como puede ser el ámbito rural.

De ahí la importancia de que nuestros municipios utilicen bien las ayudas que en su día anunció el director general de Administración Local de la Generalitat Valenciana, Toni Such, cifradas en cuatro millones de euros para mejorar los servicios públicos que prestan los ayuntamientos eliminando barreras.

Diputado autonómico PSPV-PSOE