Querido/a lector/a, las cuestiones que traigo a este rincón surgen de las consecuencias que suelen provocar las circunstancias de la vida. Así, por ejemplo, la de hoy tiene que ver con haber escuchado cómo una persona se preguntaba : ¿por qué no tenemos un himno nacional con letra que nos una a todos y se pueda cantar?

Pregunta, oportuna, porque surge de ver cómo en la Eurocopa de fútbol algunas selecciones cantaban sus himnos, pero intrascendente o no esencial porque tener o no letra no tiene nada que ver con el amor a la patria, a sus tierras y gentes.

Aunque esa realidad, la de la dificultad de tener una letra querida por todos, puede servir de indicador de lo difícil que nos resulta construir una identidad y una noción de España compartida por todos. Es una de nuestras desgraciadas características que, por así decirlo, nos diferencia de otros países y señala nuestro desamor a España o, mejor dicho, a un modelo impuesto de España. Y para quienes desde una posición un tanto oportunista, frágil y no profunda, quieren aprovechar la actual situación del nacionalismo para explicar ese desamor a España, cabe señalarles algunos detalles: que el puntual desencaje de la organización territorial del Estado puede (en parte) ayudar a entenderlo pero, no lo explica todo y, reclama, porque no quiero hacer ahora proselitismo, la lectura del libro de Juan Pedro Aparicio (Nuestro desamor a España, Premio de Ensayo) y, al tiempo, una sensata reflexión sobre una de las consecuencias de la guerra civil, la de que al franquismo, lejos de coser un país roto por ganadores y perdedores y levantarlo sobre valores universales y democráticos, le sobraba media España y construyó un país con enemigo interno e incompatible con la democracia, la diversidad cultural y lingüística, con el liberalismo ilustrado, el europeísmo...

Analista político