La nueva ola de contagios de covid ha venido unida con la ya conocida criminalización de la juventud. Parece mentira que haya que recordar que si se están contagiando es, sobre todo, porque son el sector que todavía no se ha vacunado. Es cierto que hemos podido ser testigos de comportamientos poco éticos e irresponsables por parte de algunos. No obstante, no podemos generalizar de forma tan injusta y culpar de todo a la parte de la población que ha sufrido y sufrirá de forma más acentuada las consecuencias de la crisis del covid.

La insensatez no es cuestión de edad, sino de educación. La misma irresponsabilidad la hemos observado en personas de más de 40, 50 ó 60. Nos ciega el adultocentrismo y nos es más fácil culpar a un sector concreto de la sociedad.e insistido y lo seguiré haciendo si lo creo necesario. La juventud no es el problema, es parte de la solución. La clave está en hacerlos cómplices de las decisiones que les atañen y dejar de tratarlos con paternalismos injustificados.

Imaginen tener 18 años y que una pandemia arrase con tu vida social, tus estudios, tus planes profesionales y que tu perspectiva de futuro se reduzca a esperar una vacuna para poder retomar la normalidad. Es imprescindible la empatía y la confianza en una juventud que también ha demostrado responsabilidad en los peores momentos de la pandemia. En ocasiones nos olvidamos de que su punto de vista es necesario a la hora de plantear nuevas medidas, planes o proyectos.

Efectivamente, un mal comportamiento debe ser penalizado. Pero el castigo no sirve de nada sin un sistema educativo que potencie el civismo y la ciudadanía. Esto es la base para demostrarles que tienen un papel en la sociedad y que les escucharemos.

La incidencia acumulada está creciendo en nuestra ciudad, fruto también de la época estival en la que aumenta la movilidad y los contactos sociales. Un periodo que ha coincidido con el fin de muchas medidas restrictivas para contener el covid-19, pero no hay que abandonar la prudencia y es necesario seguir siendo responsables. Necesitamos ese último esfuerzo. No se trata de encerrarse en uno mismo hasta el fin de la ola de contagios, sino de actuar con coherencia y con sentido común por el bien común.

La prudencia es un valor que no depende de la edad, en muchas ocasiones los más jóvenes han sabido darnos lecciones de ecologismo, de civismo o solidaridad. Esa es la juventud a la que hay que darle voz y de la que hay que hablar en los medios de comunicación. La juventud es mucho más que ocio y fiesta.

Como decía Aristóteles, la virtud está en el término medio. No es necesario obsesionarse pero tampoco hay que olvidarse de que el virus sigue ahí. Confiemos en la vacuna, en la ciencia, en la sanidad y, ahora más que nunca, confiemos en la juventud.

*Portavoz del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Castelló