Si hay algo que a lo largo de la historia de la humanidad ha demostrado su vigencia, es el arte. En todas sus acepciones, disciplinas y variedades. Desde el principio de los tiempos, en las cavernas prehistóricas, el hombre recurrió al arte para simbolizar aquello que necesitaba materializar para su supervivencia. Así aparecieron las pinturas rupestres en las que mamuts, ciervos o bisontes eran objeto de culto para garantizar a través de su representación la futura caza. Desde entonces hasta Banksy, pasando por Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, Goya, Renoir, Van Gogh o Picasso, el arte sigue manteniendo esa vocación mágica de atrapar, deformar o reinterpretar la realidad. Por eso el arte es eterno, al igual que la ignorancia de algunas personas, que ojalá fuese efímera.

El pasado 3 de julio inauguramos en Benicàssim la exposición de Juan Ripollés Materia y volumen, que aún se puede visitar en Villa Elisa hasta el 29 de agosto. Un repaso exhaustivo a la obra de nuestro artista más internacional, le pese a quien le pese, y que vuelve a demostrar la vigencia de su exitosa trayectoria. Una carrera forjada a base de trabajo, esfuerzo y una entrega a la profesión digna de elogio a sus 89 años. Por desgracia, solamente tres semanas después, la actualidad nos ha devuelto la crudeza de la frase «nadie es profeta en su tierra». El borrado de un mural de Ripo, que formaba parte del Museo al Aire Libre y había estado 40 años en la medianera de un edificio de Castellón, demuestra los peligros a los que se sigue enfrentando el arte.

No voy a entrar a valorar de quién es la culpa, pero esta agresión cultural debería hacernos reflexionar a todos. ¿Qué clase de sociedad es la que estamos construyendo, una en la que la cultura y el arte molestan? Si es así, que lo digan sus responsables políticos y dejen de ponerse medallas. En el último pleno de la Diputación presentamos una moción para preservar el yacimiento de Casablanca, en Almenara, considerada la Atapuerca Valenciana por su potencial paleontológico. Una petición basada en los informes de los investigadores que denuncian el abandono de la Generalitat. PSOE y Compromís votaron en contra. Esa es la realidad. Por eso no nos debe extrañar que tapen murales de cuatro décadas, quien deja perder yacimientos de millones de años.

Demasiados años escuchando aquella cantinela sectaria de que «la cultura es de izquierdas» como para no sonrojarnos de vergüenza. Mientras aquí tenemos la riqueza de los yacimientos paleontológicos, en Dinópolis Teruel tienen el presupuesto y las ganas que aquí nos faltan. Y lo vamos a seguir denunciando, porque guardar silencio ante el expolio cultural es de cobardes o arribistas. Y no pertenecemos a ninguno de esos colectivos. La cultura se defiende a diario, en el Castellón del año 2021 y en el Berlín de 1940, cuando se quemaban libros en plazas públicas. El enemigo es el mismo. La intolerancia del pensamiento único y el borrado de manifestaciones culturales libres y plurales. Por eso el arte es eterno. La cultura es eterna. Efímeros somos todos, pero algunos más que otros.

Portavoz de Cs en la Diputación y teniente alcaldesa de Benicàssim