Quizás sea la decrepitud de la edad, pero atosiga el calor estacional y normal de agosto en Castelló del Riu Sec; fatiga la mascarilla preventiva frente a la pandemia que nos sigue acosando, vecinos, y nos aburren hasta la somnolencia, ante la que no podemos sucumbir, los plenos que tienen lugar en la Casa de la Vila de la capital de la Plana. Cuatro horas y media duró el que se celebró el pasado 29 de julio. Cuatro horas y media, multiplicadas por dos, porque uno siguió dos veces, una en directo y otra en diferido, el mencionado pleno en las redes sociales. Un pleno que necesita comentario.

Un comentario que necesariamente intenta uno que sea refrescante y ligero. En el ámbito de la prensa escrita siempre se dijo que, cuando soportamos las temperaturas veraniegas, no es conveniente escribir ladrillos, pesados y desabridos como el pleno del día 29. Los escritos como ladrillos llaman a la puerta de la somnolencia y el aburrimiento del lector. Nuestro pleno era, sin embargo, importantísimo porque se aprobaban los presupuestos anuales, para este año, y estamos en agosto. Un pleno en el que se iba a solicitar la adhesión de nuestra ciudad a la Agencia Valenciana de Protección del Territorio; adhesión que, sin duda está estrechamente relacionada con el urbanismo o el disparate urbanístico en nuestro término municipal. También hubo otros temas secundarios que no carecen de valor, aunque suelen ser recurrentes, es decir, se repiten de forma aleatoria periódicamente.

Y como sea, vecinos, que muchos de ustedes pueden seguir en las redes, en diferido, el mencionado pleno, uno intentará aquí hacer una valoración del mismo. Nosotros, en Castelló, disfrutamos de un gobierno de coalición municipal enclenque y simplista, encabezado por la fotogénica alcaldesa Amparo Marco. Forman parte de dicho gobierno el PSPV-PSOE, Compromís y Podemos del País Valencià. Tres partidos, tres portavoces, tres reiteraciones en la argumentación no argumentada de por qué lo más principal y prioritario de un gobierno, que son los presupuestos, se presentan a deshora y siete meses después de comenzado este año del Señor de 2021. Ni se enteró la oposición ni se enterarán los vecinos que acudan a las redes.

Las razones de la demora no tiene excusa alguna. Si denominamos simplista a dicha actuación política es porque el simplismo no explica el grueso de las razones en un tema, antes bien suele parar mientes en aspectos secundarios de ese mismo tema. Enclenque o enfermiza es nuestra coalición política en el consistorio, porque no hubo la necesaria autocrítica por la tardanza en la presentación de los presupuestos, como no la hubo en el tema de la construcción del nuevo conservatorio de música, o en la más anecdótica de las vacaciones escolares magdaleneras, por apuntar solamente un ejemplo.

Enfermiza o enclenque porque, con respecto a los presupuestos, ni hubo reconocimiento del fallo ni propósito de enmienda, como nos pedía el catecismo de Ripalda, una vez cometido el pecado. No se nos informó en el pleno de marras, sobre el hipotético hecho de que la coalición se había puesto a trabajar, horas extras incluidas, en los presupuestos del 2022, que se presentarán para su aprobación en el pleno de diciembre del 2021, segundo año triunfal de la pandemia. ¿Dónde está la cultura política de las coaliciones cuando los votantes nos negamos a facilitar mayorías absolutas? Se lo preguntaremos al Riu Sec por ver de tener respuesta.

Después, si observan con atención el pleno en diferido, tropezarán ustedes, vecinos, con las intervenciones de la oposición municipal. La oposición en la Casa de la Vila, junto al Fadrí, es tricéfala, tres cabezas de hidra cuyos portavoces lo son del PP, de Ciudadanos y de Vox. Tres portavoces que repiten los mismos enunciados una y otra vez como si al vecindario nos faltasen oídos para oír. Porque se repiten más que la morcilla con cebolla, después que, irresponsablemente, cualquiera de nosotros haya comido sin medida de ella.

Aunque eso no es lo grave, vecinos, ni cuanto quita el sueño. Lo quita la negativa en redondo de la llamada oposición a que finalice de una vez el desastre urbanístico en nuestro término municipal, especialmente en la Marjaleria. Todos sabemos que, en medio siglo, ni en Castelló ni en otros muchos municipios valencianos se respetó legalidad alguna, con lo cual tampoco se respetó la tierra y el suelo valenciano que sufrió un grave deterioro. Por ello la Generalitat que presidía el castellonense Alberto Fabra Part, del PP, hasta junio de 2015, introdujo la Agencia Valenciana de Protección del Territorio, cuyo desarrollo estatutario continuaron los gobiernos autonómicos de Ximo Puig, del PSPV-PSOE. La Agencia trata de proteger el suelo rural, entendido como recurso natural escaso, limitado y no renovable, y evitar que se construya ilegalmente. Algo que no hicieron los consistorios municipales a la sombra de intereses torticeros, y para muestra ahí está Cabanes o la Marjaleria.

Claro, vecinos, y en torno a la Agencia y la Marjaleria montan, como pueden comprobar en diferido, los portavoces de la oposición tricéfala el tiberio demagógico más espectacular que uno pueda imaginarse. La demagogia, vecinos, entre otras acepciones, viene a ser en política el halago interesado de los posibles o potenciales votantes. Y se adornaron de demagogia reiterada el concejal Ferrer de Vox, el concejal Toledo del PP y el portavoz de Ciudadanos. El primero, Ferrer, mostrando de entrada su «animadversión» al constitucional estado de las autonomías, y continuando luego con su discurso nacionalpopulista diseñado en un localismo de corto vuelo. Aunque el tono de voz del portavoz castellonense de Vox puede aguantarse. Lo que no se puede aguantar de forma alguna es el pico de oro, es decir, la oratoria demagógica, enfática y electoralista del Juan Crisóstomo del PP Sergio Toledo. Cuanto indica es igual o semejante a cuanto indica Vox, pero el tono es insoportable a todas luces. Medias verdades siempre son una falsedad, y esconder la realidad detrás de «me han dicho los vecinos» es una falta de respeto a todos los vecinos de Castelló, los de ahora y los futuros.

Y hay, vecinos, mucho más que comentar. Pero descansaremos pensando en la paella de pato tradicional el día de Sant Roc por estos pagos. Al cabo, pese al pleno, el vecindario contempla pacífico el futuro. La esperanza de que se hagan las cosas bien no se pierde.