La Real Academia admite el término chovinismo, es decir, exaltar de forma desmesurada lo nacional frente a lo extranjero. Término aplicado, en origen, a aquel soldado francés, Nicolás Chauvin, de la época napoleónica, cuya beligerancia, exaltación y fanatismo dieron origen al término, a cuyo alrededor orbitarían otros afines, más o menos, como el etnocentrismo, nacionalismo, racismo, etc. En el primer curso de Antropología ya nos advertían del sesgo cognitivo que bastantes autores darían al término originario y, sobre todo, a este tan importante en nuestra materia –etnocentrismo-, con derivaciones a la xenofobia, prejuicios, racismo, etc. Pues bien, contrariamente a lo que parece enunciar el titular, no vamos a referirnos al chauvinismo, sino al desconocimiento e ignorancia de nuestras cosas, a las que, muchas veces, por estas razones, no valoramos.

Verán, un día organizamos con amigos y familiares un recorrido por parte de nuestra provincia, concretamente el Maestrazgo y Els Ports, guiados un poco por mi experiencia en estas zonas. Uno de los acompañantes presumía –y no sin razón- de conocer países muy alejados, culturas exóticas, incluso, pero manifestó sinceramente que desconocía nuestras comarcas. Quedó francamente impresionado y, como él mismo decía, avergonzado de su ignorancia. Desde hace unas semanas, este periódico, Mediterráneo, publica un cuadernillo, Comunitat valenciana, una especie de guía turística en las que sorprende el abanico de lugares, monumentos, paisajes naturales, etc. de que disponemos. No se trata, pues, de ningún tipo de chauvinismo al uso en otros diversos foros (al contrario, está en las antípodas), sino de una muestra muy representativa de lo que puede ofrecerse en estos numerosos lugares, desgraciadamente tan poco conocidos. Buscamos fuera y lo tenemos aquí.

Profesor