Querido/a lector/a, la semana pasada escribí un corto en este rincón en el que manifestaba la exigencia de que España debía solucionar el tema de los inmigrantes menores, marroquíes o no, que llegan a España solos y por Marruecos. Además lo debía hacer de acuerdo con la ley y los valores de la UE, es decir, con soluciones de solidaridad e integración social. Propuesta que incluía entregarles papeles porque, lo otro, mantenerles indocumentados es condenarlos a la delincuencia. Propuesta, también, que entendía necesaria porque, que yo sepa, la repatriación no funcionaba desde el 2012 y, por lo que siempre se ha comentado, las pocas que se han practicado han sido un desastre (las familias de esos menores no las han querido nunca). Todo indica, pues, que el gobierno marroquí, diga lo que diga, no se compromete en cuidar a esos menores, no suele devolverlos a las familias, no los acoge en centros y, en algún caso, se ha dicho que los ha abandonado en zonas inhóspitas e insólitas. Más o menos. Por ahí van los tiros.

La sorpresa saltó cuando, hace unos pocos días, leo en los medios que en el marco de una mejora de las relaciones con Rabat y en la aplicación de ese acuerdo que no se aplicaba desde el 2012, la policía marroquí no sólo ha frenado varios asaltos a las vallas de Melilla sino que, el gobierno de Mohamed VI manifiesta la voluntad de empezar a repatriar menores marroquíes que llegan solos. El problema es que la legislación española es garantista y protege la voluntad y la seguridad del menor. Sobre todo, cuando ese menor ha solicitado protección internacional. Por eso, el defensor del pueblo, el Sr. Francisco Fernández Marugan, ahora le tira de las orejas al Ministro de Interior, al Sr. Marlaska, y le pide que respete la ley porque la repatriación ( de cientos de menores ) pactada con Marruecos parece que vulnera los derechos humanos.

Analista político